Construyendo consensos en la educación

El sistema educativo dominicano, como toda manifestación propia de una sociedad determinada, está marcada por peculiaridades autóctonas, características que expresan asuntos culturales y mucha pero mucha mediocridad. Lo que se refiere…

El sistema educativo dominicano, como toda manifestación propia de una sociedad determinada, está marcada por peculiaridades autóctonas, características que expresan asuntos culturales y mucha pero mucha mediocridad.

Lo que se refiere al sistema oficial, la llamada “escuela pública” es percibido por la población llana, como mala, que ante los costos de los colegios privados, obliga a la familia, a someterse a ella. Se percibe la educación “privada” como mejor, sin considerar que existen millares de “escuelitas” de todos los niveles, cuya calidad deja mucho que desear.

Cuando la gente se refiere a las escuelas privadas, piensa en los grandes centros, rentables negocios cuyos costos “deguañangan” cualquier presupuesto familiar. Se plantea entre los compromisos de la Estrategia Nacional de desarrollo, definida por ley y asumida por la población activa, el establecimiento de varios pactos con el objeto de superar las debilidades, carencias y pobre calidad de aspectos fundamentales de la vida dominicana.

Uno de ellos es el importante Pacto por la Educación, luego de que la población se “empoderara” del cumplimento de la legislación que comprometía a los gobiernos a invertir el 4% del PIB o el 16% de Presupuesto Nacional, lo que fuera mayor, en los planes educativos nacionales. El problema actual no es dinero, sino como gastarlo de manera eficiente y reproductiva. 

En la construcción de los consensos entre los actores de la educación dominicana, el CES (Consejo Económico y Social) organismo a quien la Constitución vigente encarga de su organización, se ha procurado en consultas populares, recoger el sentir de la población.

Las organizaciones han hecho su aporte con propuestas específicas y el Gobierno ha planteado las suyas, en cada tema. Se han organizado 10 mesas de trabajo que abarcan los temas medulares de lo que el pacto debe contener y ha tenido lugar un rico proceso para sintetizar y recoger esas propuestas, para ser convertidas en esencia de que se ha de pactar, entre la sociedad toda y el gobierno nacional.

De estas discusiones puede sacarse una interesante síntesis, a la vez que con el accionar de sus actores, una línea de conducta que refleja genuinas intenciones. Otras que afloran cuando de defender mediocridades, intereses y la mezquindad propia del accionar político se trata, en actitudes enfermas de anacronismo conceptual, aunque ello implique una educación divorciada de las necesidades propias del siglo XXI y al margen de las tendencias modernas.

Felicitar no sería suficiente, para reconocer a los artífices de esta iniciativa y a sus ejecutores, como a todo el que se ha integrado como directivos, comité técnico, facilitadores, relatores y más que nada organizaciones participantes que han suplido los individuos comprometidos que han enriquecido las discusiones en la construcción del difícil consenso y el respeto en el disenso. l

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