El control de la ruta o del país

El 2016 ya asoma en el ambiente su olor a festín, a reparto, a “bandereo”, suena a “disco-light” y sabe a desvergüenza. Sin embargo, personalmente, me entra un fresquito cuando me encuentro con que “aún los partidos de los sindicatos…

El 2016 ya asoma en el ambiente su olor a festín, a reparto, a “bandereo”, suena a “disco-light” y sabe a desvergüenza. Sin embargo, personalmente, me entra un fresquito cuando me encuentro con que “aún los partidos de los sindicatos de transporte” no han sido reconocidos por la Junta Central Electoral.

¿Por qué lo digo? Porque personalmente cuando leo la oferta de campaña de Antonio Marte, Juan Hubieres y Blas Peralta no puedo sino pensar en cómo buscan representar y “hacer país” cuando sus propias organizaciones sindicales gozan del rechazo de millones de dominicanos que suben a sus unidades con el temor de que en cualquier momento se desate el pandemónium.

Basta con hacer un breve, brevísimo, sondeo de la palabra “transportista” sumada con “mata” o “asesina” en el buscador más famoso del mundo, para encontrar cientos de artículos que explican el proceder delictivo de los consagrados “pobres padres de familia”. Saltarán los que digan “no se puede generalizar”. Claro que no, pero es que aquí no estamos hablando de un problema particular sino de que las cabezas de estos sistemas anárquicos de control buscan el poder, y eso representa un interés colectivo.

El sistema de transporte público en la República Dominicana debe avergonzarnos, es una afrenta a la dignidad, al orden y a la buena voluntad de la grandísima mayoría de dominicanos. Los pactos políticos con estas organizaciones son deleznables, pues no es un asunto de “imaginario colectivo”, la realidad está ahí: “trató de bajarle los pasajeros al chofer con un machete en la mano, lo que motivó que éste le disparara”. elCaribe, 12 de agosto de 2015.

Son los representantes de estos facinerosos los que han pactado con partidos de tradición y hasta gozan de puestos en el Congreso los que hoy vienen a hablar de que en sus gobiernos “no habrá delincuencia, ni desempleo” cuando en sus unidades el hampa reina; “se bajará la deuda interna y externa” cuando se niegan a bajar el pasaje a los usuarios y “se elevará la calidad de vida de los más pobres” cuando sus medios de transporte son “peroles ambulantes”.

“Se creen los dueños del país” es la frase más común cuando uno consulta a los sí “pobres padres de familia” que, ahora, además de cargar con el peso de subir a estas “carcachas” deben resignarse porque “eso nunca va a cambiar” y con el agravante de que ahora podrían insertarse en el golpeado sistema partidista de República Dominicana.

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