La falta de educación del pueblo dominicano por culpa de todos sus gobiernos hace que muchos líderes políticos desprecien su capacidad de entendimiento. Están convencidos de que siempre podrán entretenerlo con dádivas, clientelismo y discursos manipuladores.
Es cierto que durante años tales mecanismos han funcionado en distintas épocas de nuestra historia, pero no es menos cierto que su efectividad, como todo en la vida, tiene un límite.
El partido de gobierno y su presidente Leonel Fernández, sin lugar a dudas, son los que más han sabido utilizar el poder logrando una base de sustentación cimentada sobre el clientelismo, la corrupción y un aparato comunicacional descomunal. No les importa si en cada proceso electoral su partido más bien ha decrecido, para su ejercicio pragmático y maquiavélico del poder lo que cuenta es que han sido eficaces en controlar todos los espacios de poder y opinión.
El tiempo es implacable y siempre deja sentir sus huellas. Doce años de ejercicio del poder utilizando los mismos métodos, repitiendo el mismo discurso y mencionando a los mismos culpables llega un momento que o hastía o simplemente no convence.
El pasado gobierno no solo sometió un presupuesto para el 2012 deliberadamente sobreestimado en los ingresos y subestimado en el monto al subsidio del sector eléctrico, sino que aumentaron groseramente el déficit proyectado disparando el gasto público de manera descabellada e irresponsable, sin cumplir con las previsiones de la Constitución y la ley orgánica de presupuesto, para después pasarle nuevamente la factura a este pueblo y pedirle que pague más impuestos, recriminándolo por lo poco que paga y comparándolo irónicamente con países con niveles muy distintos de riqueza y de servicios públicos.
Pero lo más cínico es que además pretende que le agradezcamos por haber desarrollado lo que autocalifican de “inmensa y memorable obra de gobierno” de la cual deberíamos todos “sin mezquindad alguna, sentirnos orgullosos”.
Por más tontos que crean que es el pueblo, buena parte del mismo, aquella cuya moral y conciencia no ha podido ser “conquistada” entiende perfectamente lo sucedido y clama porque se transparente.
Por eso hay que decir un no rotundo a esta nueva y peligrosa manipulación que equivale a decir que es válido violar la Constitución y las leyes para manejar los fondos públicos como si fueran propios, septuplicando el déficit fiscal discrecionalmente en gran medida para terminar obras y construir otras nuevas, con fines a todas luces electoreros, cuyas partidas sobrepasaron astronómicamente los montos presupuestados originalmente en la ley de presupuesto.
Por más grande que una persona se vea jamás debe subestimar a aquellos que entiende pequeños. Y eso es lo que le ha pasado al PLD y a su presidente que aunque actúan como una corporación atrincherada y sienten la seguridad que da el control de la Justicia, el Congreso y todos los entes del Estado, no saben cómo enfrentar a quien entienden una infeliz criada que les ha salido respondona.
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