La crisis de los demócrata cristianos

El próximo domingo 17 de noviembre se celebrará la primera vuelta electoral en Chile; la única interrogante que existe sobre los resultados, es si Michelle Bachelet, la candidata de Nueva Mayoría, alcanzará el 50% necesario para ganar en primera&#823

El próximo domingo 17 de noviembre se celebrará la primera vuelta electoral en Chile; la única interrogante que existe sobre los resultados, es si Michelle Bachelet, la candidata de Nueva Mayoría, alcanzará el 50% necesario para ganar en primera vuelta y sustituir al gobierno de centro derecha presidido por Sebastián Piñera o tendrá que celebrarse una segunda vuelta el próximo mes de diciembre.

Nueva Mayoría es una coalición que agrupa a partidos de la izquierda, incluyendo al Partido Socialista, del cual es miembro Bachelet, el Partido Comunista y también a las fuerzas de la Democracia Cristiana, partido hegemónico de la concertación de partidos por la democracia, que venció en las urnas al dictador Augusto Pinochet y gobernó ese país durante 20 años consecutivos.

Una de las grandes sorpresas de esta elección es el pobre desempeño de la DC, cuyo candidato, Claudio Orrego, solo obtuvo un ocho por ciento en las elecciones primarias de Nueva Mayoría: hay que recordar que el sistema electoral chileno obliga a los partidos a realizar elecciones internas de candidatos  en un mismo día para todas las agrupaciones o coaliciones políticas.

Este resultado no es una sorpresa para los que hemos seguido la evolución de los partidos afiliados a la Organización Demócrata Cristiana de América (ODCA), estos,  vienen perdiendo fuerza electoral y se han convertido en partidos minoritarios en casi todo el continente.

En América Latina, el continente de mayor población cristiana católica del mundo, los partidos de la ODCA han tenido en los últimos 50 años un papel prominente; tres presidentes en Chile, Eduardo Frei Montalva, Patricio Alwyin y Eduardo Frei Ruiz Tagle; dos en Venezuela, Rafael Caldera y Luis Herrera Campins; tres en Costa Rica, Ángel Calderón, Miguel Ángel Rodríguez y Abel Pacheco; uno en El Salvador, José Napoleón Duarte; Guatemala, Vinicio Cerezo; Paraguay, Fernando Lugo; México, Vicente Fox y República Dominicana, Joaquín Balaguer.

En el día de hoy no existe un solo gobierno de ideología demócrata cristiana en ningún país de latinoamérica, todos han ido a la oposición y otros son minoría en coaliciones de gobierno, caso República Dominicana, mientras algunos están en vías de desaparición. Si esto no es una crisis, entonces esta palabra perdió su significado en la lengua castellana.

La cuna de los partidos de los grupos políticos de este sello ideológico, Italia y Alemania, han tenido también caminos diferentes en cuanto a su desarrollo y evolución electoral, la DC italiana desapareció hace casi veinte años, ahogada en los escándalos de corrupción y vínculos demostrados con el crimen organizado; mientras la CDU, es hoy el partido de gobierno alemán, encabezado por la que se dice es la mujer más poderosa del mundo, Ángela Merkel.

Es más que probable que las causas de la desconexión, demostrada en las urnas por los partidos demócrata-cristianos en América Latina,  tenga su base en la falta de adecuación a los tiempos modernos de su base de sustentación ideológica; la Doctrina Social de la Iglesia.

Es indudable que el relativismo se ha impuesto en la sociedad post moderna y los conceptos milenarios han tenido que dar paso a nuevas ideas y planteamientos, ya que los retos de fines del siglo XIX, cuando León XIII publicó la Rerum Novarum o los cambios del Concilio Vaticano Segundo, se han quedado atrás en un mundo nuevo que necesita nuevas respuestas.

La esperanza de relanzamiento de los partidos demócrata cristianos debe centrarse en los planteamientos del papa Francisco, el primer jesuita que llega a ocupar el trono de San Pedro, cuyos aires de modernidad, discusión franca a temas sensibles y renovación de los compromisos de la Iglesia con los grupos excluidos de la sociedad, podrían renovar los principios sobre los que se sienta la base de la doctrina demócrata cristiana: La defensa a la dignidad humana, el bien común, la subsidiariedad, respeto a la propiedad privada, protección al medio ambiente, participación social y cumplimiento de una ley moral social y colectiva.

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas