En Cristo Rey cargan la cruz del hacinamiento

Con intrépido andar, la niña Keisy Rosario sube por los estrechos escalones que dan al techo de su vivienda para tender su toalla.

Con intrépido andar, la niña Keisy Rosario sube por los estrechos escalones que dan al techo de su vivienda para tender su toalla. Pero su inocencia le hace desconocer que pisa un cable eléctrico. Le advierten y se retira, pero se asegura de que la brisa no arrastre la pieza hacia una pila de escombros desprendidos de unos barracones que están al lado de su vivienda.

Keisy vive con sus padres en el barrio La 70, de El Caliche, de Cristo Rey, zona identificada como una de las más pobres y vulnerables de los barrios del Distrito Nacional. Esta niña de seis años juega cada mañana junto a su amiguita Reina, a riesgo de caerse del techo de una segunda planta, porque no tiene patio donde divertirse libremente.

Keisy estudia en la escuela Aruba, al lado del Parque Zoológico Nacional, pero según el sociólogo y político, Fidel Santana, corre el riesgo de que en pocos años entre en las estadísticas de deserción escolar y de adolescentes embarazadas, variables propias de los barrios marginados de la capital impactados por un escalofriante nivel de hacinamiento.

Situación de la que no escapó María Concepción, quien con 23 años de edad ya tiene cinco hijos y está en proceso de gestación. Ella es madre soltera al igual que su progenitora. Con el agravante de que convive junto a 12 miembros de su familia en una habitación de aproximadamente cuatro metros cuadrados.

Si se galardonara el renglón de optimización de espacios, la familia Concepción, sin dudas, sería la agraciada. En sólo cuatro metros cuadrados se las ingenian para ubicar dos bases de camas y un colchón en lo que debería ser la sala, donde a distancia de cuatro pasos se encuentra el baño.

Los cinco niños de María Concepción no pueden estudiar, porque no disponen de documentos, y sobreviven “de lo que llevan sus tíos”, quienes se dedican a la venta de hierros, principal fuente de ingreso de los miles de jóvenes que habitan en Cristo Rey.

La mañana del pasado viernes la guagua en la que los hermanos Concepción se trasladaban hacia el centro de la ciudad se encontraba averiada, por lo que fue un día “muerto”. A consecuencia sobró tiempo para compartir con sus vecinos, dividido por una pared de madera.

Carteles de fotografías de políticos tapan los imperfectos de las paredes de esta humilde vivienda. Estos rostros a Elsa Concepción le recuerdan promesas incumplidas de campañas que vendían el sueño de una vivienda digna.

Una mirada de Norte a Sur desde la avenida Paseo de los Reyes Católicos, específicamente en las proximidades del Parque Zoológico Nacional, es grabar en la conciencia el más fidedigno retrato de pobreza, hacinamiento e insalubridad en que viven moradores de El Caliche, La 70, Pablo Sexto y Loma del Chivo, entre otros barrios de Cristo Rey, cuya población para el 2012 era de 38 mil 900 personas en 12,107 hogares, según el estudio del Sistema Único de Beneficiado, (Siuben).

Hacinamiento: fruto de desigualdad

A juicio de Joel Bautista, para construir en esta zona calificada como vulnerable sólo se necesita “asegurar los materiales y la mano de obra”. Indicó que en sus dos años presidiendo la junta de vecino La 70, nadie ha pedido su colaboración para la solicitud de un permiso de construcción de viviendas ante el Ayuntamiento del Distrito Nacional y el Ministerio de Obras Públicas.

Bautista todavía denota asombro al recordar las veces que han caído árboles en viviendas de techos de Zinc, situación en las que dos personas han perdido la vida, enfatizó. Para el urbanista Erick Dorrejo estos tipos de asentamientos que se dan en los barrios del Distrito Nacional son fruto del nivel de desigualdad urbana.

“Los terrenos del polígono central, que son los de mayor valor, están habitados por las clases más pudientes. Además, la ubicación en esta parte de la capital encarece su precio”, apuntó. A juicio del urbanista, en Cristo Rey, al igual que otros barrios del Distrito y el Gran Santo Domingo persiste la carencia de servicios públicos y las normativas y regulaciones del uso del suelo aprobadas por los ayuntamientos no se cumplen. Indicó que el nivel de hacinamiento en que viven miles de personas en los empobrecidos barrios de esta capital es altamente peligroso para la sostenibilidad de la Metrópoli. “El cinturón de miseria que bordea el poder político, económico, social y cultural del país atenta contra la estabilidad de la urbe. Dijo que “esta es una realidad a la que no se puede estar de espaldas”.

Mucha gente y poca calidad de vida

 En la calle Respaldo 42, de Cristo Rey, que conduce al Zoológico Nacional, se centraliza la principal fuente económica de estos barrios, que consiste en la venta de hierro. Allí están los “maca hierros”, jóvenes que desde tempranas horas de la mañana se observan cargando guaguas con este metal, que luego venden a importantes empresas. Según el sociólogo Fidel Santana, el hacinamiento en los barrios del Distrito Nacional aumenta la falta de oportunidades de empleos, por lo que crece la informalidad. Asimismo, señaló a la inseguridad ciudadana como una consecuencia de este fenómeno que carcome la sociedad llamado hacinamiento, el cual se mide por la cantidad de personas que viven en una habitación. “En cualquier esquina de Cristo Rey te encuentras con un joven que ni estudia ni trabaja”, recalcó. Por su parte, Erick Dorrejo especificó que la solución al imperante hacinamiento que lleva consigo la falta de oportunidades, radica en que el mismo sea trabajado con un carácter nacional. Concluyó en que el Gobierno debe enfrentarse con estas comunidades adaptando políticas públicas más excluyentes.

Doña Elsa
Yo perdí mi única entrada de 5 mil pesos para mis seis hijos y cinco nietos que viven conmigo en una habitación.

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