Cronología de un encubrimiento (y 2)

Ya con Balaguer instalado en el Palacio Nacional y con un sector militar parcialmente renovado, el 31 de marzo de 1987, la Unión Patriótica Antiimperialista, a través de su Presidente, Ignacio Rodríguez Chiappini, solicitó al Presidente de la…

Ya con Balaguer instalado en el Palacio Nacional y con un sector militar parcialmente renovado, el 31 de marzo de 1987, la Unión Patriótica Antiimperialista, a través de su Presidente, Ignacio Rodríguez Chiappini, solicitó al Presidente de la República devolver los restos del coronel Caamaño a sus familiares.[13]

Sorpresivamente, una semana después, el 8 de abril de 1987, el presidente Joaquín Balaguer, a través del Secretario de la Presidencia, Luis Toral Córdova, ordenó al general Antonio Imbert Barreras, Secretario de las Fuerzas Armadas dominicanas brindar las facilidades de lugar para recuperar los restos del coronel Caamaño y sus compañeros.

Aparentemente, el propósito de Balaguer en su segundo lapso de gobierno, era el de quitarse de encima el lastre de la sangre de esos hombres que lucharon contra su despotismo y la corrupción que instituyó en su período de doce años.

Paradójicamente, el presidente de la República bajo cuyo gobierno se había dado la orden de asesinar al expresidente de la República, Francisco Alberto Caamaño Deñó catorce años atrás, instruía en 1987 a los subalternos militares para que colaboraran en la búsqueda de unos restos que, supuestamente, yacían en la cordillera Central. Intrigaba a muchos conocer cuáles serían los reales objetivos que el hábil político perseguía con esta autorización de apoyo a los familiares de las víctimas de su propio gobierno.

De la misma manera, con una cúpula militar diferente a la que había respaldado su política represiva catorce años atrás, Balaguer trataba de lanzar toda la responsabilidad de la sangre derramada sobre aquellos que interpretaron órdenes, imprecisas quizás, pero que respondían a una práctica típica de la guerra fría adoptada desde que tuvo lugar el levantamiento cívico militar de 1965.

Quizás advertido de esas potenciales intenciones del presidente Balaguer, Ramón Emilio Jiménez Reyes, quien fuera el Secretario de las Fuerzas Armadas durante el levantamiento guerrillero de 1973 y ya en condición de retiro militar, salió a la luz pública a dar declaraciones al respecto.

En inusual actitud de aparente defensa, declaró que el 16 de febrero de 1973 había ordenado incinerar[14] el cuerpo del coronel Caamaño y esparcir sus cenizas en las inmediaciones de las montañas de Nizaíto.[15] El antiguo oficial aprovechó la oportunidad para señalar que el fusil AR-15 que portaba Caamaño Deñó en esa fecha estaba en poder del general retirado Juan René Beauchamp Javier.

En otra actitud poco acostumbrada, el presidente Balaguer contradijo a su antiguo Secretario Jiménez Reyes alegando que éste le informó que el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó había caído en combate y que su cadáver fue sepultado en el mismo lugar en donde cayó, en las montañas de Nizaíto.[16] Para colmar la copa, Balaguer dijo que se ha enterado ahora de que el coronel Caamaño poseía esa suma (30 mil pesos equivalentes a dólares de Estados Unidos en esa época) y que la misma había sido repartida entre los soldados pertenecientes a las tropas regulares que combatieron a las guerrillas.[17]
La pugna por desentenderse de aquella sangre que había corrido en la cordillera Central no podía ser más evidente. Tanto el presidente de la República como aquel que fuera su Secretario de las Fuerzas Armadas trataban de ubicar en el otro la responsabilidad por la muerte de los guerrilleros de 1973.

Finalmente, unos restos humanos que se dijo entonces eran los de Francisco Alberto Caamaño Deñó y de Eberto Geordano Lalane José fueron desenterrados de una fosa común en la cordillera Central. Luego serían trasladados en apoteósico desfile desde las montañas hasta la ciudad de Santo Domingo el domingo 3 de mayo de 1987. Nada se dijo entonces sobre los restos del tercer guerrillero muerto, Alfredo Pérez Vargas.

Esos supuestos restos de Caamaño Deñó y Lalane José fueron expuestos en una iglesia católica y luego entregados a sus familiares para que los depositaran en sus respectivos nichos familiares.

En los actos de búsqueda y de enterramiento se hizo notoria la ausencia de Hamlet Hermann. Le correspondía estar allí por ser uno de los dos sobrevivientes de la guerrilla de 1973. Pero no asistió porque, desde siempre, sabía que aquellos no eran los restos de Caamaño Deñó ni de Lalane José. Investigaciones realizadas durante todos esos años habían ayudado a descubrir la manipulación de las autoridades balagueristas en el tema de los cadáveres de los guerrilleros.

En una carta pública dirigida al presidente Balaguer que apareciera en el periódico HOY el 20 de mayo de 1987, Hamlet Hermann expresaba lo siguiente:
Usted logró excluirse momentáneamente de la discusión sobre la responsabilidad por la ejecución sumaria del coronel Caamaño y condujo  a la opinión pública a debatir problemas secundarios al margen del problema político fundamental sobre quiénes mataron a Caamaño y por qué.

Más adelante, dije en dicha misiva: Ni siquiera el hecho de que los antropólogos, quienes a la vez son funcionarios de su gobierno, no pudieran comprobar científicamente que esos huesos correspondían al coronel Francisco Caamaño fue óbice para que se enterraran como tales en el día que usted, señor Presidente, así lo dispuso. Tantas irregularidades no debieron crearse a menos que, como fue en este caso, el objetivo político fuera demasiado importante.

En 2008, cuando se concluía la redacción del libro “El Fiero; Eberto Lalane José”, Hermann se dio a la tarea de investigar, con la ayuda de científicos internacionalmente calificados, si los restos entregados por el gobierno de Joaquín Balaguer a la familia Lalane José en 1987 eran realmente los de su deudo, Eberto Geordano Lalane José.

Fue así como se llenaron los trámites de rigor ante la Procuraduría General de la República, encabezada por el doctor Radhamés Jiménez Peña, para la exhumación y posterior procesamiento de los restos entregados a la familia Lalane.

Serían entonces sometidos a pruebas de identificación a través de las células del ácido desoxirribonucleico (ADN).[18] Las muestras de la osamenta depositadas en la cripta de la familia Lalane José en el cementerio Cristo Redentor fueron escogidas por médicos del Instituto Nacional de Patología Forense cumpliendo con las normas legales y científicas establecidas para estos procedimientos.

Luego las muestras fueron procesadas por los especialistas en ADN pertenecientes al Instituto de Innovación en Biotecnología e Industria.
De la simple inspección del cráneo que se entregó a la familia Lalane José podía determinarse que no se correspondía con Eberto Lalane José. A las mandíbulas de la osamenta le habían faltado los molares durante tiempo prolongado antes de la muerte lo que provocó que las cavidades correspondientes a estas piezas dentales se hubieran cerrado.

Por el contrario, Eberto Lalane José tuvo siempre su dentadura completa y en buen estado hasta su muerte cuando apenas tenía 27 años de edad. La familia no conoce expediente alguno que le fuera emitido en alguna clínica dental, ya en Santo Domingo como en Cuba, y las fotografías de Eberto muestran su sonrisa con una dentadura completa y en magnífico estado.

En la exhumación de los restos en 2008 llamó mucho la atención el que, entre la osamenta entregada por las autoridades gubernamentales en 1987, no aparecían los huesos mutilados del brazo izquierdo en el que se habría notado las reducciones hechas al cúbito y al radio por los cirujanos que lo amputaron luego del accidente de 1963.

De los análisis físicos y químicos realizados a los huesos entregados a la familia Lalane José en 1987 se confirma que las actitudes del gobierno dominicano encabezado por Joaquín Balaguer Ricardo fueron una manipulación fabricada, probablemente, para eludir la responsabilidad histórica que tuvieron el gobernante y los jefes militares bajo su mando por el crimen contra estos hombres asesinados en la cordillera Central en 1973 y por la desaparición de sus restos.

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[1] El Nacional de ¡Ahora!  17 de febrero de 1973; Moisés Adolfo Iturbides; página 1 y 2
[2] Helicópteros ligeros de observación de manufactura estadounidense que habían sido artillados para las operaciones de contrainsurgencia en 1973.

[3] Ismael Emilio Román Carbuccia, se había desempeñado como jefe de Estado Mayor de la Fuerza Aérea Dominicana durante el gobierno golpista del Triunvirato desde el 23 de enero de 1964 hasta el 19 de enero de 1965. En 2008, el general Román Carbuccia todavía vive.

[4] Miguel Ángel Restituyo Izquierdo sería posteriormente jefe de Estado Mayor de la Fuerza Aérea durante el gobierno del doctor Salvador Jorge Blanco (1982-1986) por el Partido Revolucionario Dominicano. El general Restituyo Izquierdo murió en el año 2003.
[5] Listín Diario, 15 de febrero de 1974
[6] Listín Diario, 24 de abril de 1975
[7] Listín Diario, 16 de octubre de 1978
[8] Listín Diario, 22 de octubre de 1978
[9] Este grupo estaba formado, básicamente, por familiares de revolucionarios que combatieron el despotismo balaguerista.
[10] Listín Diario, 25 de febrero de 1979
[11] Listín Diario, 18 de febrero de 1980
[12] Listín Diario, 22 de febrero de 1981
[13] HOY, 1 de abril de 1987
[14] El médico forense Yamil Salomón refutó esa declaración del oficial retirado al opinar que “para convertir en cenizas un cuerpo humano no basta quemarlo con un poco de gasolina al aire libre y en condiciones ambientales de baja temperatura. Para lograr esto era indispensable introducir el cadáver en un horno especial con una temperatura de más de mil grados centígrados y someterlo a esas condiciones durante una hora” HOY, miércoles 22 abril de 1987
[15] Periódico HOY, sábado 18 de abril de 1987, página 8
[16] Periódico HOY, lunes 20 de abril de 1987, páginas 1 y 12
[17] Ibid
[18] La molécula de ADN (ácido desoxirribonucleico) es la portadora de toda la información genética que pasa de una generación a la siguiente y que está presente en todos los seres vivos, desde virus y bacterias hasta plantas y animales. Este ADN permite obtener probabilidades de paternidad superiores al 99.99%.l

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