Cualquiera se engaña

Quien lo ve con su cara de yo no fui, piensa que ese hombre es un maíz. Quien observa sus pocos discretos movimientos, piensa que es un flay al quecher. Pero no. Con todo y el glamour que exhibe en esta sociedad de tan poderosos desafectos a su condició

Quien lo ve con su cara de yo no fui, piensa que ese hombre es un maíz. Quien observa sus pocos discretos movimientos, piensa que es un flay al quecher. Pero no. Con todo y el glamour que exhibe en esta sociedad de tan poderosos desafectos a su condición (y no precisamente de embajador), ese hombre, con su sonrisa abierta, su verbo sin ambages y sus largas visitas a los funcionarios claves, está pichando con duro en un medio que le ha sido más adverso a él que a casi todos sus antecesores, desde John Bartlow Martin a esta parte. (Por favor, que Domínguez Brito le traduzca esta dominicanada a Wally).   

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