Cuando la miseria lleva a vivir bajo un puente

Santiago. Dilania no figura en ningún lado, no tiene declaración de nacimiento ni aparece entre los muertos. Desde hace tres semanas  perdió su empleo como vendedora de flores y, desesperada, decidió refugiarse junto a dos de sus cuatro hijos debajo

Santiago. Dilania no figura en ningún lado, no tiene declaración de nacimiento ni aparece entre los muertos. Desde hace tres semanas  perdió su empleo como vendedora de flores y, desesperada, decidió refugiarse junto a dos de sus cuatro hijos debajo del puente de la Otra Banda.

La realidad de Dilania es la misma de cientos de personas en esta ciudad, quienes con la pérdida de empleos pasaron a la condición de indigentes.

Desde que se separó de su esposo, Dilania decidió cargar con una cama, unos  muebles deteriorados y una pequeña estufa, únicos ajuares que llevó debajo del puente.

Dilania ni siquiera tiene apellidos, pues nunca fue declarada por sus padres, situación que agrava más su ya trágica vida de miseria.

Para que los demás la reconozcan, la dama de 45 años, decidió colocar su nombre en una camiseta, en la que además se identifica como seguidora de Jehová, pues aún tiene fe de que una mano amiga pueda ayudarla a salir de esa situación de pobreza extrema.

Dilania narró a El Caribe que recientemente fue visitada por el gobernador provincial Raúl Martínez, pero solo recibió promesas.

Junto a ella viven dos hombres, uno que perdió una de sus piernas y que es atendido por Dilania y Daniel Santana, quien lleva tres meses viviendo debajo de la pasarela, desde que perdió su trabajo como chofer.

Santana ahora sirve como guardián para evitar que los consumidores de drogas le hagan daño a Dilania.

Daniel refiere que hace un tiempo acudió ante la Junta Central Electoral a que le entreguen el duplicado de la cédula que había perdido, pero le exigieron mil pesos que no tenía.

Cada día, decena de personas, incluidos motoconchos y amas de casa acuden al espacio tomado como hogar por Dilania a tomarse un café o a acompañarla en su situación. En los últimos días, algunos consumidores de drogas le han robado parte de los ajuares.

“Estamos orando para ver si algún funcionario o rico de esta ciudad se conduele y la ayuda a salir de esta situación”, indicó Martha Cuevas, residente en la zona.

A escasa distancia, un vigilante identificado como Agustín construyó su hogar, en una cueva debajo de la avenida Mirador Yaque, donde no solo hizo espacio para una cocina, sala y hasta habitaciones, sino de un gimnasio para la práctica de boxeo. Una escalera construida en madera, es la única forma de poder desplazarse a la cueva que sirve como refugio a Agustín quien se define como un hombre evangélico, creyente de Dios.

En el Hoyo de Julia, 90 familias viven en condiciones de miseria, desafiando la crecida de la cañada. Los recientes aguaceros destruyeron cuatro casas, levantadas con cartón, madera y hojalata, pero sus ocupantes decidieron nueva vez construir en el mismo trayecto por donde pasa el afluente. Dicen sentirse burlados ante la incumplida promesa de reubicación de la alcaldía.

Problemas

Dilania
Indigente

Yo solo deseo vivir con dignidad en un lugar seguro. Si  consigo un trabajo, eso me permitiría salir de aquí y llevar  a mis hijos a un lugar más decente y menos peligroso. Espero que alguna autoridad se conduela de mí”.

Daniel Santana
Indigente

Desde que perdí mi trabajo como chofer me desalojaron de donde vivía, y como vi que debajo del puente podía tener un  espacio donde protegerme de la lluvia comencé a dormir aquí y ya llevo tres meses pasando trabajo”.

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