Las estrategias puestas en juego en un conflicto valen por los resultados. Por un lado están las razones, los principios y cualesquier otro tipo de justificación, en el otro están las realidades. Nadie está obligado a renunciar en aquello que cree y le da sentido a su existir, pero sí debe tener muy en cuenta el curso que toman los acontecimientos.
Recientemente escribí una carta digital a un periodista y gran amigo comentándole que cuando alguien explica o plantea una posición y repite sus argumentos y el otro no lo entiende, puede creer que el otro es necio o tarado; o su explicación no es eficaz, porque no es entendida, y debe cambiar su estrategia.
Escribo esto por la situación creada al Gobierno y al país por la sentencia 168 del Tribunal Constitucional. Sobre su validez jurídica hablaron los constitucionalistas, sobre probables yerros un abogado miembro de la Junta Central Electoral, sobre el impacto humano ya habló el presidente Danilo Medina y a la cuestión de la retroactividad se refirió el expresidente Leonel Fernández. No soy abogado, ni constitucionalista; tampoco repetiré lo dicho por los dos líderes nacionales con mayor responsabilidad hoy, y mucho menos referiré las críticas de los voceros de la extrema derecha a quienes no siguen sus conservadores dictados.
Quien quiera puede sospechar o estar seguro de la actitud maliciosa atribuida al Gobierno haitiano y sus amigos gobernantes de las islas del Caribe que enfrentan al país. Quien se sienta cómodo con ello, puede convencerse de que somos víctima de una conspiración internacional que incluye organismos regionales y mundiales, órdenes religiosas, importantes diarios, personalidades internacionales, gobiernos, la OEA, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, etc.
Solo quiero hacer un balance sobre los primeros resultados. Cuando pasen los años podremos comprobar si la famosa sentencia logró poner orden en el organizado desorden migratorio aupado desde instancias estatales, políticas y empresariales. Pero, lo cierto es que hasta ahora el principal resultado de la sentencia ha sido crear una preocupante corriente de críticas hacia el país que crece con los días, y mientras más lo explicamos, más aumenta el tamaño de la bola de nieve. Si quienes nos cuestionan no tienen razón y lo hacen porque no nos quieren, debemos reconocer que son muy eficientes y aceptar que fuimos nosotros quienes servimos en bandeja de plata el látigo para martirizarnos.
Pensándolo desde la comunicación, corresponde cambiar la estrategia, identificar las opciones y corregir el curso con un nuevo enfoque que detenga la creciente bola de nieve; o desde el turismo, porque los países aislados y cuestionados, percibidos negativamente, no son atractivos. Los resultados sugieren un cambio, y Danilo, máxima autoridad del país, y Leonel, del PLD, tienen la palabra.
