Mi decisión ante las elecciones en el Colegio de Abogados

1.- En los únicos tres verdaderos y masivos congresos de los profesionales del Derecho de nuestro país, efectuados en la década del setenta del siglo pasado, en la ciudad capital, Santiago y Bonao, muchos colegas participamos en forma incisiva…

1.- En los únicos tres verdaderos y masivos congresos de los profesionales del Derecho de nuestro país, efectuados en la década del setenta del siglo pasado, en la ciudad capital, Santiago y Bonao, muchos colegas participamos en forma incisiva exponiendo la necesidad de crear un organismo que agrupara y representara, real y efectivamente, a los hombres y mujeres de la toga y el birrete.

2.- Creía, al igual que muchos abogados y abogadas, que aquellos encuentros eran los espacios adecuados para lanzar y hacer que prendiera la idea de un Colegio de Abogados; en esa línea, con mucho entusiasmo, bríos y sentido gremialista activamos a los fines de alcanzar el objetivo perseguido.

3.- La realidad es que hoy, aquellos ideales por un organismo, un instrumento de lucha por reivindicaciones y sanas aspiraciones, el Colegio de Abogados, para muchos profesionales del derecho, y la mayoría de los que fuimos sus gestores, se ha convertido en una penosa frustración. En lugar de un logro gremial, lo vemos como un lamentable desacierto que muy poco o nada ha hecho en provecho de la generalidad de sus miembros.

4.- Lo que me impulsa a escribir esta nota s que cada vez que se acerca la fecha para las votaciones de escogencia del Consejo Directivo del Colegio de Abogados, recibo la visita de colegas invitándome a sufragar por la plancha de sus simpatías.

5.- Con el respeto que me merecen todos los abogados y abogadas del país, les hago saber que mi bufete, como siempre, sigue abierto para todos los profesionales del derecho, pero ahora no quiero recibir la visita de ningún candidato, promotor o promotora de candidato alguno.

6.- La decisión antes indicada la he tomado porque no me siento ser miembro del Colegio, ni representado en el mismo; estoy inscrito en esa cosa por disposición legal, no por mi libre voluntad; además, no soy miembro de ningún partido u organización política que pueda obligarme a comparecer a votar por determinado candidato. 

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