Decisiones, cada día

Al momento de tomar decisiones, me llevo mucho de los refranes populares. Son un canto a la sabiduría, al sentido común. Lo complicado es cuando dos de ellos se contradicen, como por ejemplo “el que no se arriesga no sale a la mar” y “no dejes&#82

Al momento de tomar decisiones, me llevo mucho de los refranes populares. Son un canto a la sabiduría, al sentido común. Lo complicado es cuando dos de ellos se contradicen, como por ejemplo “el que no se arriesga no sale a la mar” y “no dejes camino real por vereda”. Ser osado o prudente, ¡qué dilema!
Hace días conversaba con un buen amigo. “Pedro, lo que me dices es verdad, el candidato que promueves es el mejor para la institución, pero es que le di mi palabra a otro, me pidió su apoyo primero, y ya sabes, me sentiría mal”, me dijo cuando yo trataba de convencerlo de que votara en unas elecciones por la persona que entendía reunía las mejores condiciones para el cargo.

Sus palabras, sanas y espontáneas, me hicieron reflexionar, especialmente porque desde muy joven he estado involucrado en procesos electorales de todo tipo. ¿Qué debe ser más importante al momento de elegir, la palabra empeñada o la conciencia? ¿Es correcto que el amiguismo se imponga a nuestras convicciones? ¿Cómo nos sentiríamos si votáramos por alguien a sabiendas de que hay otro mejor?

Esto es una muestra de que nuestra existencia está marcada por  disyuntivas. En nuestra cotidianidad debemos tomar partido por un lado o por otro, sea en pequeñas, medianas o grandes cosas, a sabiendas de que un  paso en principio quizás insignificante puede guiarnos hacia el éxito o determinar nuestro fracaso. Y no siempre la elección es fácil, pues se conjugan múltiples elementos. Aunque uno sea honesto y se guíe por valores morales y principios éticos, a veces varios de esos valores y principios se entrecruzan, chocan entre sí, y solemos elegir el que menos nos perturbe, y si alguno tiene rostro y no aspectos abstractos nos inclinamos más por el primero.

Vivir es decidir. Y algo mejor: saber decidir. Ortega y Gasset decía: “Vivir es constantemente decidir lo que vamos a ser”. Y a ello agrego que vivir es ser activo y estar siempre de frente; es dejar huellas, que quienes recorran el sendero sientan tus pasos, que reconozcan que esos son tus pies, y que los puedan enmarcar porque los admiran, y que hasta se motiven a hacer de esas huellas moldes para otros caminantes. Vivir es no rendirse antes de iniciar, ni luego, ni al final, ni cuando perdemos o ganamos, porque de toda derrota y de todo  triunfo surgen enseñanzas.

Termino con el canto de ese gran artista panameño, Rubén Blades: “Decisiones, cada día, alguien pierde, alguien gana, Ave María”. Y perdonen por emitir estos juicios, pues me decía mi abuela: “Pedro, trata de no dar consejos a quien no te los pide”.

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