Declaración de amor

Al artículo de la historiadora cibaeña Mu Kien Sang Ben, publicado en elCaribe el viernes 18 de los corrientes sobre quien talvez sea el primer sociólogo dominicano, Pedro Francisco Bonó, me llenó de melancolía y recuerdos sobre la sociedad…

Al artículo de la historiadora cibaeña Mu Kien Sang Ben, publicado en elCaribe el viernes 18 de los corrientes sobre quien talvez sea el primer sociólogo dominicano, Pedro Francisco Bonó, me llenó de melancolía y recuerdos sobre la sociedad de mi niñez, durante los años cuando todavía podíamos ver bandadas de aves e insectos migratorios que adornaban con su colorido costas, lagos y lagunas, sabanas y montañas de nuestra isla, tan numerosas y hermosas que no era posible ignorarlas. Mariposas, palomas, halcones, patos, ánades y ánsares, mamíferos de la mar. El bubí, el pavo real y el americano, gallináceas diversas; la belleza de garzas y garfilanes y otras zancudas migratorias, nos dieron un soberbio espectáculo de incomparable preciosura.

Así, entre tanta lindura, se desarrollaron extraordinarias costumbres, como las que se narran en “El Montero”, obra objeto del escrito de Mu Kien:

“Entre criadores y monteros, los jóvenes se declaran el amor, primero con los ojos, como en todas partes, luego el hombre apoya fuertemente un pie sobre el de la mujer, y esto equivale a una declaración circunstanciada y formal; si la mujer retira el pie y queda seria, rehúsa; si lo deja y sonríe, admite…”. (Pedro Francisco Bonó, El Montero, p23). Durante mi niñez y adolescencia, cuando había controles estrictos, familiares y estatales, sobre el comportamiento ciudadano en general y de defensa de los niños y adolescentes, la norma que sobre las relaciones de amor escondida entre adolescentes prescribía comportamientos similares a los narrados por Bonó.  Y es maravilla que pueda uno encontrar en textos escritos por personajes de tal calidad histórica descripciones tan vívidas sobre cualquier conducta o segmento cultural.

Pero Bonó decidió adoptar e hizo suya la causa de los de abajo, a pesar de haber nacido miembro de élite de la única sociedad burguesa dominicana, la de Santiago, de haber sido ejecutor de importantes labores de gobierno, así como haber ocupado varios ministerios en diferentes ocasiones. Pienso, al igual que mi admirada santiaguera, que tenemos que escudriñar su obra y hacerla conocer a toda la población, para que su visión de justicia se conozca y nos guíe su visión clasista de revolucionario, su concepto de justicia social, su  comprensión de la sociedad y defensa del de abajo. Su decisión de representar los intereses y dolores del pobre, del trabajador proletario y del rural para hacerlos más llevaderos.

“Y si una necia risa acompañada de un bofetón le responde, trueca un anillo de oro o plata con ella y quedan asentadas las relaciones amorosas, pasándose a dar los pasos al matrimonio necesarios” (Ibid).

Y nace compromiso de casamiento.

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