Del poder a la acción de la palabra

Una pareja de veteranos y exitosos periodistas publicó hace poco sendas obras con el denominador común de la exaltación de la palabra como instrumento esencial de comunicación y de poder. Miguel Franjul y Wendy Santana de Franjul plasman sus respectiv

Una pareja de veteranos y exitosos periodistas publicó hace poco sendas obras con el denominador común de la exaltación de la palabra como instrumento esencial de comunicación y de poder. Miguel Franjul y Wendy Santana de Franjul plasman sus respectivas experiencias profesionales en el seno de una sociedad en la que se han desarrollado, con aportes a la ciencia de la información, más que en teoría, en el tráfago cotidiano del reporterismo, con esa vida agotadora pero fascinante de los medios informativos.

El poder de la palabra, de Franjul, y De la palabra a la acción, de Santana, tienen la impronta del trabajo cercano a la gente. El primero con una serie de conferencias ante un público de compromiso comunitario, y el segundo con semblanzas y entrevistas a figuras descollantes de la vida nacional.

El reconocido intelectual Leonte Brea, autor del prólogo de El poder de la palabra, tras ponderar la trayectoria periodística del autor, confiesa que fue seducido por el libro “con un discurso que transita entre el enfrentamiento y la conciliación, y sobre todo, entre la lucha por la democracia y la libertad y la gestión del consenso para la solución de los problemas más imperativos en que el Estado desempeña un papel protagónico”.

De la palabra a la acción trae un prefacio de Alejandro Herrera, quien lo califica como “una demostración de que se pueden hacer valiosos aportes desde el ámbito profesional del periodismo, al mostrar modelos fehacientes de desarrollo y superación personal”. En tanto que la periodista y escritora Emilia Pereyra, dice en su prólogo que la lectura de la obra enriquece, con el criterio de que “ensancha nuestras perspectivas y el conocimiento sobre la fortaleza interior de hombres y mujeres de nuestra tierra”.

Los colegas Franjul y Santana describen una dominicanidad de optimismo humanístico, pues sin negar las limitaciones reales del ambiente, plantean soluciones posibles y pragmáticas.

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