«Deportados piden perdón por no llenar las expectativas»

Con el clamor de que la sociedad les dé una segunda oportunidad, los deportados organizados en la Fundación Bienvenid@ Sea y la Comisión…

Con el clamor de que la sociedad les dé una segunda oportunidad, los deportados organizados en la Fundación Bienvenid@ Sea y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, solicitan el cese de la discriminación y la estigmatización, males de los que dicen haber sido víctimas durante años.

No quieren dádivas, sino la oportunidad de demostrar a la sociedad que en su mayoría son personas útiles a las empresas e instituciones, que pueden y están en capacidad de servir a los demás.

René Vicioso, presidente de la Fundación, dice que han pagado con creces los errores cometidos en Estados Unidos y otras naciones, y que estar lejos de sus familias es más que un castigo permanente para también recibir el rechazo de sus compatriotas. Aclara que su lucha no es por él, porque tiene sus necesidades económicas garantizadas, sino por los miles de hombres jóvenes que andan por las calles sin oportunidades mientras la gente los ve con ojerizas por el hecho de haber sido devueltos hacia su patria.

Dolorosa realidad

Vicioso se fue a los Estados Unidos en 1970. Allá tuvo sus hijos y mientras estuvo preso, unos 17 años, falleció su esposa, su padre y su madre. No le ha quedado más remedio que acostumbrarse a vivir solo desde el 2004 cuando fue deportado. A sus hijos los ve cuando vienen al país y para llenar ese vacío es que se dedica a ayudar a sus compatriotas. “Los 58 mil deportados que hay aquí le pedimos perdón a esa laboriosa comunidad dominicana en Estados Unidos, le pedimos perdón al pueblo dominicano porque no llenamos las expectativas. A lo mejor hubiésemos sido personas de triunfo y de éxitos, pero no tuvimos la capacidad en ese momento de pensar, yo les prometo que nosotros vamos a ser parte de esta sociedad  respetando las leyes”.

Indica que están en lucha y  que van a salir adelante, y para ello necesitan la ayuda de los periodistas para que den a entender a la sociedad que  ellos no son un problema, que por ahí hay gente cometiendo más delitos que  la mayoría de los deportados. “No estamos haciendo nada, tú ves que ya ni salimos en los periódicos”, señala Vicioso. 

Otro testimonio

Samuel Bautista es un dominicano criado en Miami desde los 11 años, en uno de los peores barrios del estado de La Florida, según dice, donde se rodeó de gente que lo llevó a estar en pandillas.

Estuvo 11 años preso por secuestro y ese tiempo lo utilizó para prepararse y dice que en la prisión “conoció al Señor” y desde entonces su vida cambió. En el 1997 fue deportado. Allá dejó nueve hijos y aquí tiene dos de un matrimonio que define feliz.

Dice que tuvo muchas oportunidades, era pelotero triple A, fue policía, guardaespaldas y chofer de políticos, pero prefirió el camino incorrecto y pagó por ello. 

Afirma que al estar en el país se dio cuenta de que hay tres tipos de deportados: las personas que viven en el bajo mundo en los Estados Unidos, que consumen drogas y son ladrones. Dice que esos no se rehabilitan ni aquí ni allá.

En segundo lugar coloca a quienes han cometido un error o por casualidad han violado la ley y los deportan, pero tratan de hacer su vida aquí buscando un empleo y reinsertándose a la sociedad formando su familia.

En tercer lugar sitúa a quienes tras muchos años son deportados y quieren volver a irse porque no se adaptan a su país.

Crear las condiciones

La Comisión Nacional de los Derechos Humanos plantea que las autoridades deben crear una instancia que les dé seguimiento a los deportados.
Manuel María Mercedes, presidente de la entidad, está consciente de que los deportados no son santos, que algunos nunca se regeneran, pero que la mayoría es gente que quiere una nueva oportunidad de reinsertarse a la sociedad.

El sociólogo Celedonio Jiménez exhorta a la sociedad a hacer conciencia de la necesidad abordar y enfrentar las razones de fondo que determinan la fuga de personas, muchas de ellas calificadas que se van del país por falta de oportunidades.

“La sociedad tiene que transformarse, no puede seguir siendo una máquina de frustración, no puede seguir siendo un espacio en el que a los individuos se les promueven expectativas, se les ofrecen y luego no les dan los medios para concretizar esas expectativas que hace que muchos se tengan que ir  del país”, dijo Jiménez.

Fracaso
Samuel Bautista dice que tuvo la buena vida en Estados Unidos, pero “escogí la peor”.

Llamado
El sociólogo Celedonio Jiménez sugiere que el gobierno de Danilo Medina  inserte a los deportados a la sociedad.

Quieren que se quiten las fichas permanentes

Los deportados tienen aspiraciones de tener su propio local, de editar una revista para distribuirlas en las prisiones de Estados Unidos y orientar a los dominicanos presos allá, pero se precisa de que el Estado los incluya en el presupuesto de las ONG.

Quieren la derogación del decreto 122-07 que establece fichas permanentes a los deportados. Abogan por la creación de un instituto, o una instancia estatal que desde ahí se promueva el acceso al trabajo, al crédito y a la orientación.
Plantean además que Estados Unidos revise su política hacia los inmigrantes  y cumpla con otorgar un perdón a los deportados que califiquen tomando en cuenta la reunificación familiar, como han afirmado algunos al momento de ser repatriados.

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