Deportados reclaman su derecho al trabajo

A mí me han pasado todas las cosas por la mente, desde suicidio, de buscarme mi dinero como sea, o todo lo posible para yo sobrevivir, es que cuando tú llegas al país no encuentra salida ninguna”.

A mí me han pasado todas las cosas por la mente, desde suicidio, de buscarme mi dinero como sea, o todo lo posible para yo sobrevivir, es que cuando tú llegas al país no encuentra salida ninguna”. La expresión es de Herminio Saldaña Maldonado, de 53 años, deportado de los Estados Unidos en el 2003, luego de vivir allá 34 años. Dice que llegó a los 14 años y que fue repatriado por una felonía agravada cometida cuando era menor de edad. Para él la deportación es como morir lentamente porque aquí no se le ha permitido trabajar y cree que, al parecer, su destino será morir a tiros en las calles.

“Pero para  uno evitar eso y causarle más problemas a su familia en los Estados Unidos, uno busca la manera de sobrevivir sin hacer lo mal hecho”.

Un mal común

Como él, otros deportados están ociosos a la espera de un empleo que nunca llega porque la ficha que le pone la Policía al llegar al país los censuran. Pero además, la gente común los ve y los trata a todos como criminales, asesinos y narcotraficantes.

Juan Maríñez es otro deportado de Estados Unidos, pero a diferencia de Herminio, siempre ha tenido empleo porque se la “ha buscado” en los Call Center que con frecuencia solicitan de su servicio.

No le preocupa que lo critiquen por ser deportado y afirma que quienes los discriminan son esclavos de sus propios pensamientos.

Sus gestos y léxico  revelan a un hombre preparado en la “universidad de la vida”, que sabe cómo se mueve el bajo mundo al que  perteneció durante año y al que se resiste a volver. “Usted es esclavo de lo que usted piensa, yo no tengo ese problema porque yo conozco muchos deportados que los han mandado para acá porque no han pagado un ticket de un carro, porque le dieron una galleta a una mujer, cosa que da pena, pero hubo otros que fuimos para allá a buscar el dinero, simple y llanamente y eso no es relajo”.

Afirma que a los deportados se le cierra el paso, en violación a la Constitución ¿y cuando tú le cierra el paso a una gente, que tú cree que esa gente hace?..tiene que buscar la forma de sobrevivir.

Los que no encuentran trabajo viven de lo poco que le mandan sus familiares todos los meses. Algunos parientes hacen recolectas y le compran un carro para que se ganen la vida como taxista.

Son muchas las universidades que rechazan a los repatriados y en los hoteles nunca hay empleos para ellos.

René Vicioso, presidente de la Fundación Bievenid@ Sea, estuvo 17 años preso en Estados por narcotráfico y al ser deportado en el 2004 creyó que recibiría un mejor trato en su país.

Lo primero es que se dedicó a buscar empleo, pero al conocer de su origen, lo rechazaban. Cuenta que se inscribió en una universidad y a los tres meses se dieron cuenta de que era deportado y le cancelaron la matrícula, fue entonces cuando pensó crear la organización que hoy dirige para ayudar a todos los que han pasado por su situación.

Posteriormente logró ingresar a otra universidad y se hizo abogado y ahora habla con seguridad de que se cometen muchos abusos con los repatriados porque se violan tres artículos del Código Procesal Penal y varios de la Constitución. Afirma que la fundación está trabajando por los derechos de los deportados y llama a los dueños de hoteles a ser más sensibles con ellos porque no los permiten en sus negocios y en cambio les dan las plazas a los haitianos.

Los expertos

Herminio Saldaña
Vicepresidente de Bienvenid@ Sea
Demanda del Gobierno y de los congresistas un mejor trato y que los Estados Unidos les conceda una dispensa que  les permita la reunificación familiar en territorio estadounidense.

Juan Maríñez
Deportado
“Yo conseguí un empleo y luego de dos meses me pidieron el papel de buena conducta, cuando voy a la Policía me dicen que no me lopueden dar porque soy deportado y  volví a quedar sin empleo”.

Causas del auge de la delincuencia en el país

Para el catedrático de la UASD, Celedonio Jiménez, la proporción de los deportados que incide en los hechos de delincuencia es mucho menor, sin querer  decir que los deportados sean santos.

“Yo creo que hay una postura oculta detrás del planteamiento que correlaciona el aumento de la delincuencia y la criminalidad  con la cantidad de deportados, porque en realidad el país tiene suficientes razones internas y factores internos que determinan la delincuencia y la criminalidad en la República Dominicana.

Dice que fenómenos como la extrema desigualdad social, la iniquidad, la pobreza,  la baja calidad en la educación y el deterioro familiar son graves problemas internos que explican el auge de la delincuencia en el país, no necesariamente causa de los deportados.

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