Desbordamiento del gasto público

Generalmente, el desguañangue fiscal en años electorales toma la forma de un desmesurado incremento del gasto del Gobierno, en particular de la inversión pública, en los meses previos a las elecciones. Este desborde es usualmente compensado por…

Generalmente, el desguañangue fiscal en años electorales toma la forma de un desmesurado incremento del gasto del Gobierno, en particular de la inversión pública, en los meses previos a las elecciones. Este desborde es usualmente compensado por una contracción fiscal en los meses posteriores a las elecciones. Un caso excepcional fue 2012 cuando antes que contraerse, la inversión se aceleró aún más después de las elecciones y hasta la transición de mando, disparando el déficit fiscal hasta niveles sin precedentes.

La evidencia de este comportamiento recurrente puede encontrarse en una presentación que hice ante el Primer Foro de Negocios del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC) en el pasado mes de abril en la que mostré que, en años electorales, en promedio, la inversión media por mes en los meses antes de las elecciones es casi un 50% más elevado que en años no electorales.
Evidencia mucho más robusta que la que presenté fue provista en un riguroso estudio de la autoría de los colegas Harold Vázquez, Rafael Rivas y Raymer Díaz, publicado por Ciencia y Sociedad, la revista académica del INTEC. Igualmente, hace ya varios años, los colegas Rolando Guzmán y Magdalena Lizardo hicieron un estudio similar con resultados parecidos.

La pregunta que surge es si este comportamiento se está repitiendo en este año, y si, como en otros años electorales, el gasto se ha desbordado. La respuesta directa e inequívoca es: sí.

La Dirección General de Presupuesto (DIGEPRES) ha publicado las cifras del gasto, de los ingresos y del balance fiscal hasta el mes de marzo. Por el lado de los ingresos, estos parecen haberse comportado de una forma normal. Hasta marzo, las recaudaciones habían alcanzado RD$115.7 mil millones, casi
RD$10 mil millones más que lo registrado entre enero y marzo de 2015, para un incremento de 9.4%. Se trata de un incremento previsible considerando el crecimiento económico y la inflación registrada. En el primer trimestre de este año, los ingresos logrados fueron equivalentes a un 23.7% del total presupuestado para todo el año, un porcentaje similar al logrado entre enero y marzo de 2015.

Sin embargo, como en años electorales anteriores, el gasto se ha desbordado. Hasta marzo, el gasto total había alcanzado RD$149.3 mil millones, RD$39.3 mil millones más que el registrado entre enero y marzo de 2015, para un incremento de 35.7%. Hasta ese mes, el gasto total había sobrepasado el 26% del gasto presupuestado, cuando lo normal es que para esas fechas ande cerca del 20%.

El sospechoso de siempre para explicar este comportamiento es el gasto en inversión pública, el cual entre enero y marzo se disparó hasta alcanzar RD$31.3 mil millones, RD$12 mil millones más o dos veces y media lo que gastó entre enero y marzo de 2015. Más aún, hasta marzo, el Gobierno ya había gastado poco más del 40% de todo el presupuesto asignado para inversión en el año completo. Lo normal es que para esa fecha haya gastado cerca del 15%.

Pero no sólo el gasto de capital o de inversión se ha disparado. También lo ha hecho el gasto corriente, aunque de forma no tan intensa. Hasta marzo, el gasto corriente había alcanzado RD$118 mil millones, RD$20.1 mil millones más del alcanzado entre enero y marzo de 2015, para un crecimiento de 20.5%, consumiéndose algo más del 24% de lo presupuestado para el año. Lo normal es que apenas supere el 20%.

El resultado de todo esto es que, hasta marzo de 2016, el Gobierno había incurrido en un déficit presupuestario de RD$33.7 mil millones, RD$29.4 mil millones más que lo alcanzado para esa fecha en 2015. Esto es un déficit casi ocho veces más elevado que el registrado entre enero y marzo de 2015. Más aún, apenas en el primer trimestre del año, el Gobierno ya había alcanzado más de 42% del déficit programado para todo el año.

Las cifras oficiales, por lo tanto, desmienten a quienes han dicho que el gasto público no se ha incrementado recientemente. Lo ha hecho, y de una manera muy intensa.

Lo esperable es que, después del período electoral, ocurra un frenazo de la inversión y del gasto para ajustar las cuentas públicas. Sin embargo, uno tiene que preguntarse sobre la sanidad de un comportamiento fiscal tan discrecional como ese, que hace dudar sobre la calidad del gasto y la inversión pública resultantes.

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