En verdad me gustaría conocerte bien, soldado. Saber si de tus labios puede salir algo más que “sí, señor” y “yo sólo cumplo órdenes”; si apuntarías tu arma contra quien te ordene masacrar la razón y los derechos ciudadanos; si te negarías a asesinar más primaveras y a defender ciegamente los intereses espurios de cualquier burócrata de turno. De veras me gustaría saberte en un luminoso espacio, siempre vivo, pues ese indefinido soldado del solemne ritual –tú y yo lo sabemos- no es ningún desconocido.
No es un desconocido
En verdad me gustaría conocerte bien, soldado. Saber si de tus labios puede salir algo más que “sí, señor”…