Diciembre es buena fecha

Diciembre es buena fecha para reencontrarnos, pasar revista a lo realizado, meditar sobre las futuras proyecciones, compartir más con la familia y los amigos; viajar y terminar el libro que nos espera, empezar algún proyecto y visitar al médico.

Diciembre es buena fecha para reencontrarnos, pasar revista a lo realizado, meditar sobre las futuras proyecciones, compartir más con la familia y los amigos; viajar y terminar el libro que nos espera, empezar algún proyecto y visitar al médico.Diciembre es buena fecha, de igual forma, para tomarnos desprevenidos. La bulla, el dinero y el alcohol tapan, normalmente, cualquier desatino, abuso o exceso, piensan algunos genios políticos del patio. Y han tenido históricamente razón.

Diciembre es buena fecha para “pasar” el Código Penal con todas sus “violaciones” constitucionales. De ocurrir este desatino el Tribunal Constitucional deberá decidir, pues seguro allá terminará. Y luego, si efectivamente la pieza se mantiene como fue enviada al poder Ejecutivo, pasará como con el Código Procesal Penal: “Es el Código de los delincuentes”, decían rasgándose las vestiduras, “debemos modificarlo”. Y lo hicieron en febrero del pasado año 2015, una verdadera “contrarreforma”, la cual, como se sabía, no ha sido eficiente en conjurar la “delincuencia” y “la violencia”.

Diciembre es buena fecha para no olvidar que “la norma”, a secas, sin aditamentos, no hace buenos ni mejores ciudadanos y también para recordar que no deberíamos ir a contracorriente de la época. Además, las pasadas elecciones demostraron que la “extrema derecha”, en las urnas, es mucha espuma y poco chocolate.

Diciembre es buena fecha, de igual forma, para cambiar subrepticiamente la norma y aumentar las penas y acumularlas e inventar tipos penales y de paso, desgraciadamente, revictimizar a la mujer dominicana tratándola como una “cosa” que no puede, ni en muy puntuales y extremas situaciones, decidir sobre su vida y su cuerpo.

Diciembre es buena fecha para esconder debajo de la alfombra las impurezas e irresponsabilidades senatoriales que actúan –aparentemente-, bajo presiones y preceptos morales y religiosos, más no jurídicos o sociales o de salud pública. Pero que, con doble y hasta triple cara, seguirán enviando a sus hijas y a sus “yuleidys” a Nueva York o Miami: “Mejor eso –dirán-, a una vergüenza indeseada en la familia”.

Diciembre es buena fecha para recordar que las “hijas de Machepa” –como genialmente decía el profesor Bosch en sus alocuciones radiales en la década del 60-, las golpeadas moral, física, económica y socialmente por esta complicada sociedad, seguirán abortando, a riesgo de sus vidas e integridad, en los baños de sus casas, en el solar baldío o, en el mejor de los casos, en la clínica de “mal agüero” del barrio.

Diciembre es buena fecha para esperar que el poder Ejecutivo devuelva la pieza legislativa sin promulgarla y llame al Congreso al orden, a la mesura y a la prudencia. Lo contrario sería andar sus pasos “huellas atrás” –como dice el pueblo-, y golpear con el látigo de la injusta normativa a las “hijas de nadie”. Esa pieza no debe convertirse en ley, daríamos un “salto hacia atrás”.

Diciembre es buena fecha para todo, incluso para encontrarnos en una esquina y zarandear a la terca esperanza.

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