El diferencial duro de matar

La queja de la población informada es generalizada. La reducción de los precios domésticos de los combustibles no se compadece con la reducción en el precio internacional del petróleo y de sus derivados. La gente no ha hecho cálculos sofisticados&#8

La queja de la población informada es generalizada. La reducción de los precios domésticos de los combustibles no se compadece con la reducción en el precio internacional del petróleo y de sus derivados. La gente no ha hecho cálculos sofisticados pero la evidencia de que no es verdad que “si sube, sube, y si baja, baja” es difícil de desmentir. Por lo menos eso parece ser así a corto plazo.

Varios análisis que han circulado por las redes sociales muestran que aunque a la larga los precios internos tienden a acercarse a los internacionales, en diferentes ocasiones no lo han hecho. Cuando han subido mucho, el Gobierno, mostrando sensibilidad económica y tino político pero poco respeto por la ley, se ha contenido en subirlos en la proporción que lo indicaría la ley, sacrificando ingresos tributarios; pero cuando han bajado, parece haber evitado hacerlo lo suficiente buscando compensar la pérdida de ingresos pasada.

El gráfico adjunto compara la evolución de los precios del petróleo en el mercado internacional con la de los precios de algunos combustibles en el país desde enero de 2013 hasta febrero de 2015. Este gráfico sugiere que estamos ante otro de esos episodios en los que las reducciones de precios decididas por las autoridades, especialmente desde julio del año pasado, se han quedado muy cortas respecto a las reducciones registradas por el precio de referencia del crudo en el país, el West Texas Intermediate o WTI. Desde ese momento hasta el presente no han ocurrido cambios en los impuestos ni modificaciones significativas y/o conocidas en los márgenes de los agentes que intervienen en la cadena de procesamiento y comercialización. Siendo así, lo esperable sería que ambos precios, los de los combustibles en el país y el internacional del barril de petróleo, se hubiesen movido en una dirección y con intensidades similares.

Sin embargo, en promedio la reducción del precio de los combustibles ha sido de cerca de la mitad de la reducción en los precios del petróleo. Mientras entre julio de 2014 y febrero de 2015, la caída acumulada del precio del WTI fue de 64%, la reducción acumulada del precio en la gasolina regular fue de apenas 33%, la de la gasolina premium de 27% y la del gasoil regular de 32%. Mientras el precio del petróleo fue, en febrero de 2014, equivalente a 59% del precio de enero de 2013, el precio interno de los combustibles refinados fue equivalente a cerca del 80% del precio registrado en enero de 2013. Si se hace el mismo ejercicio con otro precio de referencia del petróleo, como el de la canasta del FMI, el resultado es muy similar.

La implicación más inmediata y plausible de esta enorme diferencia en el comportamiento de los precios es que el Gobierno se está quedando con la diferencia y está incrementando los ingresos tributarios de manera irregular. Un factor atenuante sería que la reducción en el costo efectivo a que se adquieren los combustibles en el país sea menor al costo que indicaría la reducción del precio del petróleo. Más del 80% de los combustibles se importan ya refinados. Eso haría que el diferencial efectivo con que se pueda quedar el Gobierno sea menor. Efectivamente, una revisión de los precios de los combustibles refinados en las refinerías de Estados Unidos, nuestro principal suplidor, indica que en febrero de 2015 el precio por galón de combustible era equivalente al 70% del precio de enero de 2013, comparado con el petróleo que era de cerca de 60%. Además, parte del crudo se compra a Venezuela cuyo precio tiende a ser más bajo que el WTI. Eso dice que los precios de referencia como el del WTI o la canasta del FMI ofrecen aproximaciones incompletas sobre el precio efectivo a como compra el país el petróleo y sus derivados.

A pesar de ese atenuante, parece incontrovertible que persiste una alta discrecionalidad en la fijación del precio de los combustibles, que el Gobierno se está beneficiando de ello en este momento, que el esquema de impuestos pre-establecidos a los combustibles es en parte una pantomima, que el intento por “despolitizar” los precios de los hidrocarburos con la ley de hidrocarburos quedó profundamente mediatizado, y que el famoso “diferencial del petróleo” no termina de morir. Este cuadro es un fiel retrato del valor que le dan a las leyes y a las instituciones quienes toman decisiones. 

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