Doctor Octavio Almonte Fermín

Si en la historia de la medicina dominicana han ejercido diez médicos que se hayan caracterizado por su honestidad a toda prueba, su sencillez y su sentido de servicio, el doctor Octavio Almonte Fermín sería uno de ellos”. Este es uno de los…

Si en la historia de la medicina dominicana han ejercido diez médicos que se hayan caracterizado por su honestidad a toda prueba, su sencillez y su sentido de servicio, el doctor Octavio Almonte Fermín sería uno de ellos”. Este es uno de los párrafos del editorial del periódico Diario Libre que refleja perfectamente la vida de este médico, nacido en Quinigua, Santiago, en el año 1922.

En 1940 inicia sus estudios en la Universidad de Santo Domingo, pero se trasladaba a Santiago para practicar junto al doctor Alejandro Espaillat Grullón. El doctor Almonte decía que el doctor Espaillat Grullón no solo le enseñaba medicina, sino también lecciones de ética médica y de moral ciudadana. Se graduó en 1945 con notas sobresalientes.

Su pasantía en la comunidad de Baitoa le dio la oportunidad de poner en práctica todo lo que había aprendido y se destacó en aquella comunidad por su carácter solidario y diligente. Inició su práctica privada en un local ubicado en la calle Restauración, y ejercía con gran éxito en Santiago. En 1946, en el marco del V Congreso Médico Dominicano, presentó un trabajo sobre la Anestesia Raquídea, que recibió grandes elogios.

En 1947 ingresa como médico residente al Hospital José María Cabral y Báez. Realizaba una tutoría en Cirugía General, lo que le permitió adquirir grandes conocimientos y destreza. Su entrega al hospital motiva que en 1949 sea nombrado subdirector, trabajando muy de cerca con su mentor y tutor, el doctor  Espaillat Grulllón. En 1953 es elegido presidente de la Asociación Médica de Santiago, ciudad que reconoció sus servicios y de la que fue nombrado regidor del ayuntamiento.

En 1954 asume por primera vez la Direccion del Hospital Cabral y Báez. En el 1955 es uno de los fundadores de la Clínica Corominas junto a un selecto grupo de médicos santiagueros. Reconocido por toda la sociedad de Santiago como un hombre altruista y ejemplar, es designado presidente del Centro de Recreo en el 1960. En 1961 es presidente del Consejo Provincial de la Cruz Roja y presidente del Ayuntamiento de Santiago.

En 1961 ocupa por unos meses la dirección del Hospital Estrella Ureña, del Instituto Dominicano de Seguros Sociales. En 1962 se integra a las labores de fundación de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, de la que fue miembro de su Junta Directiva. En esos años compagina el ejercicio profesional con una gran entrega a las labores ciudadanas y llega a ser presidente de la Asociación para el Desarrollo de Santiago.

Fue miembro fundador y del Consejo de Administración de la Zona Franca de Santiago y de la Corporación del Acueducto y Alcantarillado de Santiago. En 1969 regresa a la dirección del Hospital Cabral y Báez y lo conduce con éxito hacia la gran remodelación de que fue objeto en 1978, considerado en ese entonces como uno de los más modernos, tanto en el sector público como privado del país. Su honradez y cuidado en el manejo de los recursos le hizo acreedor de reconocimientos por instituciones extranjeras, y el Gobierno dominicano le otorgó la condecoración de Duarte, Sánchez y Mella en el grado de Gran Oficial.

En 1989 y ante el deterioro que experimentaba el hospital, fue llamado de nuevo, a sus 77 años, a dirigir el centro, labor que realizó hasta el 1993, cuando se retiró definitivamente.

Falleció en el 2012 a la edad de 90 años, dejando tras de si una vida ejemplar. En Acta Médica Dominicana, los doctores Julio Rodríguez Grullón y Mariano Defilló le dedicaron un sentido reconocimiento.

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