Documentación de haitianos crea caos en Herrera

La dinámica de vida cambió en los alrededores del centro de documentación haitiana ubicado en  la Zona Industrial de Herrera, en Santo Domingo Oeste.

La dinámica de vida cambió en los alrededores del centro de documentación haitiana ubicado en  la Zona Industrial de Herrera, en Santo Domingo Oeste. Ahora usted puede comer un plato de espaguetis y plátanos, beber mabí y solicitar una carrera a cualquier motoconchista que aguarda clientes en la acera.
Este local del Programa de Identificación y Documentación para los Inmigrantes Haitianos en República Dominicana (PIDIH) fue trasladado a Herrera el pasado 26 de septiembre debido a las constantes quejas que recibieron las autoridades haitianas de los vecinos en Gazcue. En lugar de una solución, este problema, se mudó. Pedro Batista vive justo al lado del nuevo centro: “un pandemonio es esto”, comentó.

Este morador narró a elCaribe que ahora se despierta de madrugada por el escándalo que se escucha desde el parqueo del local, donde los haitianos amanecen para obtener un turno. Pero la desorganización es tal que no hay forma de asegurar que, aunque lleguen temprano, serán los primeros en recibir el servicio. La cantidad de haitianos que busca pasaporte, acta de nacimiento o cédula se aproximó a los 500 ayer en este centro, ubicado en la calle Juan Ballenilla.

Los vecinos contaron que los gritos los despiertan a las 2:00, 3:00 y 4:00 de la madrugada, cuando antes “la única intranquilidad que había era el paso de vehículos, porque es una calle bien conectada. Tu aquí ni música escuchabas”, detalló Víctor Castillo, un joven que trabaja en la zona. “A uno no le molesta su presencia, es la intranquilidad que ocasiona este local”, aclaró.

Los moradores sufren la desorganización, pero víctimas son esos haitianos que improvisan camas y amanecen en un parqueo, para poder solicitar un documento tan básico como el que los identifica. Sin sillas ni vallas contenedoras para organizar, en la mañana se encuentra el siguiente panorama: madres con niños en brazos, mujeres y hombres que hacen una fila retorcida y es difícil detectar el inicio o fin.

“No tienen compasión. Esos niños tienen horas ahí parados”, comenta una mujer que tienen agarrado de la mano a su hijo de unos seis años. “Estoy aquí con él desde las 6:30 de la mañana (eran las 9:00) y vine con él porque no tengo a quién dejárselo, pero mira a esa mujer con tres niños”, se lamentó.

A partir de las 8:00 de la mañana, los rayos del sol se hacen más intenso y el ánimo de los indocumentados también. Los gritos se intensifican y por momentos hay forcejeos y golpes. Retumba el sonido de un arma de electroshock que no logra disminuir los empujones en una de las dos puertas. Después y de ese mismo lado, un niño es alzado en brazos, para evitar ser golpeado por la multitud.

Para detener el sol, los haitianos usan sombrillas y los mismos documentos. Muchos de ellos llegan desde el interior del país, a pesar de que el PIDIH ha sido trasladado a otros pueblos como Baní, Mao, Esperanza, Guayacanes, Boca Chica, Consuelo, San Pedro de Macorís e Higüey, según informó la ministra consejera haitiana Miousehine Celestín Mirthil durante el acto de apertura de este local, el pasado 26 de septiembre.

Denuncian cobros

La falta de orientación es otro inconveniente. “Si buscas un acta de nacimiento, nadie te dice como, si buscas una cédula, nadie te dice donde, si buscas un pasaporte no hay a quien preguntarle”, se queja uno de los afectados que tiene 10 años viviendo en el país.

“No hay información y son los mismos dirigentes lo que hacen el desorden para decir que nosotros los haitianos somos los malos. Se está abusando de la gente para que el país quede malparado y siga atrasado”, comentó al referirse a los empleados que trabajan en el centro.

Los solicitantes denunciaron que los empleados cobran entre RD$200 y RD$300 para priorizar las entradas. “Los que pagan ya están adentro”, gritó uno de los haitianos que aguardaba en la fila.

Pierre François otro de los que espera su turno. Tiene 37 años y gana 8,000 mensuales como sereno. “Esto no puede ser así, uno aquí tiene que pasar demasiada lucha”, dijo.

“No le haga caso, que no es como él (François) dice”, gritó otro hombre a su lado que dijo trabajar como seguridad en el centro de documentación. “Son ellos mismos los que hacen el desorden. Ellos no tienen que estar aquí de madrugada y los empleados no pueden venir a las 4:00 o 5:00 de la mañana. Los solicitantes saben que este centro abre sus puertas a las 9:00 de la mañana”, apuntó el supuesto seguridad.

Ahora hay puestos de comida improvisados

Esperanza Pérez le ha sacado provecho a esta situación. Decidió trasladar su negocio de empanadas y asegura que las ventas han mejorado. “Gané este lunes RD$900 y me lo encuentro bien. Por mi casa todos me conocen y me compran fiado. Aquí vendo más en la mañana y, además, como no me conocen me pagan ‘cash money’”, explicó la señora. Los demás puestos improvisados de comida lo atienden nacionales haitianos. Los solicitantes pueden comprar empanadas, bebidas, chucherías, espaguetis y plátanos fritos o hervidos.

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