El dolor de la noticia

Quienes usamos el audífono del celular para escuchar la radio, medio triunfante mientras otros también viejos agonizan sus gloriosas…

Quienes usamos el audífono del celular para escuchar la radio, medio triunfante mientras otros también viejos agonizan sus gloriosas vidas, pasamos el día viajando de emisora a emisora, o usamos enclave noticioso para escuchar parlantes que interactuan con el mundo como auditorio como partícipes de último contenido de una gran diversidad de consejos profesionales, auspiciada por admirados parientes. y sus profesionales, de una excelencia conquistadora dominicana.

Podría no aprobar usted la preferencia política de la emisora, pero busco decir que descienden de un vernáculo expositor de propaganda política dominicana, el de Horacio Vásquez, Máximino Rodríguez, alias Matilí, personaje poco menos que increíble de la historiografía dominicana.

En el Café Asia de Moca, de mañana, según me contó Matilí hace más de 60 años, “… yo era director de propaganda de Horacio y unos babosos hablaban contra  el presidente”. Eso lo enojó, y pensó en parar tales babosadas. “Por eso me paré y fui a la mesa con mi revólver enfundado. Les dije que les convenía dejar la conversación o haría que la pararan”. Se callaron y Matilí regresó a su mesa donde solo consumía de desayuno un Champán de la Veuve Clicot, y esperaba el silencio de los críticos de su gobierno.

“Pero, ¡qué va!, al poco rato siguieron con sus maldiciones. Así que tuve que ir a que me entendieran. Le dije al jablador, ‘si no te callas te meto un balazo por el cielo de la boca’, y volví a mi asiento”. Así lo hizo. Tomó lo que restaba del champán y pidió otra botella. Pero la crítica no cesó. Según las palabras de mi padre, “Matilí cruzó el espacio desde su mesa hasta la de los opositores de Horacio, le metió el cañón largo de un 44 en la boca al de la voz cantante y apretó el gatillo”.

“Se le quemó toda la boca, pero quedó vivo y ¡vivo! para seguir viviendo. Quien por poco muere es Matilí, porque fue atacado por todos los que estaban en los alrededores, pero solo recibió golpes”.

Matilí se mantuvo entre Moca y La Vega como personaje atractivo de una historia del pueblo que lo daba a conocer entre la gente como un protagonista de la historia, aunque desafortunadamente pocos de sus descendientes se han interesado de estudiarlo.

Hace unos años, un pariente mutuo me habló de que Juan Arístides Taveras Guzmán escribió su historia. Pero nunca la he conocido de su pluma.

Sí conocí de cerca a muchos de sus descendientes. A Ramón Isidro, a Chimino, a Darío, personajes de amor de mi familia. Ramón Isidro Rodríguez Taveras, primo doble, querido tal que hermano, ciertamente un gran dominicano.

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