Miles de católicos del país se congregaron hoy para celebrar el Domingo de Ramos, festividad que marca el fin de la cuaresma y el inicio de la Semana Santa, período litúrgico donde se conmemora la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo.
El sacerdote de la Iglesia Nuestra Señora de la Altagracia, Nelson Clark, recordó a la población la importancia de la fecha para los practicantes de la fe cristiana, puesto que la misma simboliza el recibimiento y aceptación de Jesús en el corazón.
Exhortó a los dominicanos a alejarse de las diversiones y dedicar este tiempo a la purificación del alma y practicar valores como el amor, el perdón y la fe en Cristo, que representan el verdadero significado de esa celebración para los cristianos.
Significación
Los actos religiosos del Domingo de Ramos conmemoran la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, casi una semana antes de su crucifixión. Sólo que el hijo de Dios, en vez de desfilar con carruajes y corona, lo hizo montado en un burro, a la usanza de los plebeyos, y vitoreado con palmas, como describe el evangelio de San Mateo, capítulo 21, versículos del 1 al 11.
El apóstol Pablo, en su carta a Filipenses, capítulo 2, 6-11, describe la significación divina de este gesto del maestro, rememorando un himno que ya cantaba en las asambleas litúrgicas de las primeras comunidades católicas y que recrea Pedro Mendoza en el portal religioso Zenit.org.
Este mensaje de humildad de Jesús se repite con el gesto de lavar los pies de sus discípulos luego de la última cena, que se celebra la noche del Jueves Santo.
Himno de Pablo
«El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre. Y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz.
Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el Nombre, que está sobre todo nombre. Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos, y toda lengua confiese que Cristo Jesús es Señor para gloria de Dios Padre». Fil 2,6-11.
Mateo 21, 1-11
Cuando se acercaron a Jerusalén y llegaron a Betfagé, al monte de los Olivos, Jesús envió a dos discípulos, diciéndoles: «Vayan al pueblo que está enfrente, e inmediatamente encontrarán un asna atada, junto con su cría. Desátenla y tráiganmelos.
Y si alguien les dice algo, respondan: «El Señor los necesita y los va a devolver en seguida»».
Esto sucedió para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta:
Digan a la hija de Sión: Mira que tu rey viene hacia ti, humilde y montado sobre un asna, sobre la cría de un animal de carga.
