Drogas y narcotráfico

Entrar a un país no te hace ciudadano de ese país, lo mismo que entrar a una casa no te hace miembro de esa familia; pero que un fiscal entre a tu casa en busca de drogas sí te hace delincuente aunque no lo seas. Lo sucedido en San José de Ocoa…

Entrar a un país no te hace ciudadano de ese país, lo mismo que entrar a una casa no te hace miembro de esa familia; pero que un fiscal entre a tu casa en busca de drogas sí te hace delincuente aunque no lo seas. Lo sucedido en San José de Ocoa es gravísimo. Es una de las pruebas de que la lucha contra las drogas ha fracasado o no existe.

Los casos, como los sucedidos con el supuesto sicario “Cacón”; con “El Muerto”; con las declaraciones del anterior jefe de la Policía Nacional sobre “Cacón”; y con las declaraciones, de hace un par de años, ante la Fiscalía, de la ex presa Sobeida Félix, sin que se haya investigado, ni llevado a declarar a personajes tan importantes como el presidente del principal partido de la oposición, y a altos jefes militares y policiales, es casi como un resumen de hasta dónde hemos llegado con el negocio de la ilegalización de algunas drogas.

La ilegalización de las drogas no ha servido para aliviar ni uno solo de los problemas que esas drogas pueden hacer a los individuos y a la sociedad. Todo lo contrario: ha incrementado su uso, por aquello de la atracción hacia lo prohibido; ha hecho que su suministro sea más barato, más fácil, y más accesible que nunca; ha hecho que las instituciones encargadas de su control y represión se corrompan y, lo que es peor, se conviertan en los administradores del negocio; ha incrementado las pandillas barriales, que se alimentan de jóvenes desempleados que han descubierto la forma de ganar dinero para alimentar a sus familias, y a la vez de ser “líderes cool” en sus barrios; ha empeorado las condiciones económicas, pues todo un torrente de dinero en efectivo está circulando sin control alguno; y, entre otras muchas más, ha brutalizado las conciencias, insensibilizándolas ante los dependientes de una patología médica, estigmatizando al consumidor.

El triunfo de los maleantes se debe sobre todo a la pasividad, al silencio y a la cobardía. Los grupos dirigentes o con capacidad de hacer cosas no están haciendo su trabajo, se están desentendiendo de su obligación, como si a ellos nunca les vendrá el problema; pues no, ellos son los que más tendrán que perder si se desentienden del país en que viven, hacen dinero y quieren que sus hijos vivan.

¿Cuánto dinero y vidas nos está costando la supuesta lucha contra las drogas? Al contribuyente le cuesta una cifra incalculable, el costo económico, sanitario y social no se puede valorar, va más allá de cálculos fríos, es la sociedad entera la que se está yendo por el sumidero.

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