El duelo: cómo superar la pérdida de un ser querido

Una pérdida siempre es irreparable y cambia el mundo de los familiares y quienes le rodean, sin importar las circunstancias en las que haya perdido la vida; pero cuando el fallecimiento es súbito-traumático, como en el caso de un asesinato, un…

Una pérdida siempre es irreparable y cambia el mundo de los familiares y quienes le rodean, sin importar las circunstancias en las que haya perdido la vida; pero cuando el fallecimiento es súbito-traumático, como en el caso de un asesinato, un suicidio o ciertos accidentes de tránsito, el duelo, por lo general, es más prolongado e impacta más.

Sobrellevar la pena debido a la pérdida de un amigo cercano o un familiar podría ser uno de los mayores retos que podemos enfrentar. La muerte de la pareja, un hermano o un padre puede causar un dolor especialmente profundo.
Podemos ver la pérdida como una parte natural de la vida, pero aún así nos pueden embargar la pena y la confusión, lo que puede dar lugar a largos períodos de tristeza y depresión.

Todos reaccionamos de forma diferente a la muerte y echamos mano de nuestros propios mecanismos para sobrellevar el dolor que ésta conlleva. Las investigaciones indican que el paso del tiempo le permite a la mayoría de las personas recuperarse de una pérdida, y más aun si cuenta con apoyo de su entorno social y mantiene hábitos saludables. Aceptar la muerte de alguien cercano puede tomar desde meses hasta un año. No hay una duración “normal” de duelo.

Rosa Mariana Brea Franco, psicóloga y especialista en intervenciones de crisis, trauma y duelo, comenta que las personas afectadas necesitan tener más recursos internos y externos para lidiar con esa pérdida.

Los recursos internos tienen que ver con la capacidad de buscar ayuda, de no inhibir la tristeza. “Hay personas que no expresan sus penas y eso los perjudica física y emocionalmente. Muchas depresiones vienen de un duelo que no ha sido bien manejado o que no lo ha expresado”, explica Brea Franco. Mientras, que en los recursos externos influyen el apoyo de familiares y amigos. Al inicio de un proceso traumático, muchas veces se les ofrece a las personas afectadas una orientación sobre cómo vivir el duelo.

La experta en manejo del duelo dice que para el doliente, lo más importante es el apoyo familiar y de amigos, pero no debe ser un apoyo que los agote. “Necesitan tranquilidad para reflexionar sobre todo lo que han vivido. Ayudan, haciéndole diligencias personales, preparándole algún alimento, recogiendo sus hijos al colegio… esas acciones son más válidas que estar todo el día en la casa del doliente”.

La experta dice que es necesario buscar un intermediario, que será el que esté un poco más fuerte de la familia, que estime cuándo es conveniente recibir una llamada, ya que las personas en duelo, aunque necesitan compañía y apoyo, también deben descansar, y no es prudente que reciba todo el día visitas o llamadas.

En el caso de que un familiar no desee asistir a los actos fúnebres del paciente, se debe respetar su decisión, aunque Rosa Mariana Brea aclara que lo recomendable es que asista o que se dialogue con esa persona para entender las razones por las cuales no quiere estar presente. También se le puede invitar a participar en un ceremonial íntimo, antes de empezar con los actos abiertos a los demás allegados y conocidos.

Otras salidas

El silencio a veces es mejor. En el afán de consolar, algunas personas recurren a frases que hacen más daño que bien. Decirle a un doliente “tienes que ser fuerte”, “no te preocupes, vas a tener otros hijos” (en el caso de que haya perdido uno) o “tienes que pensar en los que están vivos” es muy perjudicial, ya que en ese momento está llorando por esa pérdida irreparable. Además, es negarle que viva su duelo, que llore y se exprese. Si no se encuentra qué decir en el momento, Brea sugiere, simplemente, dar un abrazo, o sentarse al lado del doliente y acompañarlo sin decir nada. Así a los niños hay que incluirlos en el funeral y actos posteriores, siempre y cuando vayan acompañados de un adulto de confianza, como un tío o un padrino, y se les explique lo que van a ver. “Pueden asistir a partir de los 6 o 7 años”, aclara Brea, quien también recomienda que ellos participen en un encuentro íntimo, con familiares cercanos.

Medidas saludables 

Superar la pérdida de un ser querido toma tiempo, pero las investigaciones sugieren que tomar algunas medidas puede ayudar a alcanzar un renovado sentido de propósito y dirección en la vida. A las personas que están pasando por el duelo podrían resultarles útiles algunas de estas estrategias para lidiar con su pérdida:

Hable sobre la muerte de su ser querido con amigos y colegas para poder comprender qué ha sucedido y recordar a su amigo o familiar. Negarse que ocurrió la muerte lleva al aislamiento fácilmente y puede, a la vez, frustrar a las personas que forman su red de apoyo.

Acepte sus sentimientos. Después de la muerte de alguien cercano se puede experimentar todo tipo de emociones. Es normal sentir tristeza, rabia, frustración y hasta agotamiento.

Cuídese usted y a su familia. Comer bien, hacer ejercicio y descansar le ayudará a superarse cada día y a seguir adelante.

Ayude a otras personas que también lidian con la pérdida. Al ayudar a los demás, se sentirá mejor usted también. Compartir anécdotas sobre los difuntos puede ayudar a todos a lidiar con la pérdida. Rememore y celebre la vida de su ser querido. Usted puede hacer un donativo a la entidad benéfica predilecta del difunto, enmarcar fotos de momentos felices que vivieron juntos, ponerle su nombre a un nuevo bebé o plantar un jardín en su memoria. La elección es suya — sólo usted sabe cuál es la forma más significativa para honrar esa relación única.

Si siente que sus emociones le abruman o que no puede superarlas, quizás hablar con un profesional de salud mental calificado, como un psicólogo, le podría ayudar a lidiar con sus sentimientos y recuperar el rumbo para salir adelante.

Importante
Los psicólogos reciben una formación que les permite ayudar a las personas a manejar de forma más productiva el temor, el sentimiento de culpa o la ansiedad que puede venir como resultado de la muerte de algún ser querido. Si usted necesita ayuda para lidiar con su pena o manejar la pérdida de alguien cercano, consulte con un psicólogo u otro profesional de salud mental calificado.

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