Educación pública y política

El recién completado proceso electoral, nos deja múltiples lecturas y aprendizajes como ciudadanos preocupados por la democracia y la confiabilidad de nuestras instituciones sociales. Pudiéramos escribir varios artículos reseñando inquietudes…

El recién completado proceso electoral, nos deja múltiples lecturas y aprendizajes como ciudadanos preocupados por la democracia y la confiabilidad de nuestras instituciones sociales. Pudiéramos escribir varios artículos reseñando inquietudes al respecto, pero de eso no se trata esta columna. Ahora bien, es pertinente aprovechar el momento para reflexionar sobre el impacto de este proceso en la cotidianidad de las escuelas públicas.

En primer lugar, quisiera reseñar, -y en algún otro artículo traje a colación esta preocupación-, que tenemos un sistema altamente politizado. El activismo partidista se impone en la selección de los recursos humanos que se integran a las escuelas, a los distritos o regionales. Se aumenta la nómina de algunos centros atendiendo a los intereses clientelares, no a sus necesidades pedagógicas o administrativas; se nombran porteros, conserjes, secretarias cuyo mérito principal es su actividad política. Por otro lado, muchos directivos se tornan tan activos en su trabajo proselitista que se ausentan de sus espacios de trabajo, y postergan su agenda educativa. Es obvio, que el sesgo de rumbo y enfoque que se produjo en particular en estos últimos meses, pudo afectar este año las metas de calidad y efectividad para la escuela, que hemos pactado todos los dominicanos.

Ojalá que pudiéramos crecer y madurar un poco más socialmente, y deslindar agendas; la política partidista de la educativa. Esto no significa tener la escuela de espaldas a los procesos cívicos de los que nos toca participar, al contrario, la escuela es un espacio importante de construcción democrática y ciudadanía responsable. De hecho, así se consigna en el Diseño Curricular Nivel Primario en su capítulo dedicado a la Naturaleza y funciones del nivel. Una de las competencias fundamentales, es la Ética y Ciudadana. Esto implica que “los niños dominicanos deben tener la posibilidad de construir nuevas formas de relación y de organización alrededor de principios de Derechos Humanos y valores democráticos, tales como el respeto, la tolerancia la equidad y la justicia, la solidaridad y la honestidad“. Asimismo, deberán ser capaces de evaluar las prácticas sociales e institucionales en el devenir histórico y en el presente, identificando avances y retrocesos en la construcción de la democracia en el contexto local.

La apropiación de esta competencia fundamental está muy vinculada a contar con docentes y directivos preparados que, a su vez, puedan practicar principios, valores y procedimientos democráticos, éticos y responsables.

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