El huracán Irene es la primera gran amenaza para EEUU en años

MIAMI — Los funcionarios de emergencias desde la Florida a las Carolinas seguían el martes atentamente el desarrollo de la tormenta Irene, el primer huracán que amenaza seriamente la costa de Estados Unidos en tres años, a medida que cobra fuerza al

MIAMI — Los funcionarios de emergencias desde la Florida a las Carolinas seguían el martes atentamente el desarrollo de la tormenta Irene, el primer huracán que amenaza seriamente la costa de Estados Unidos en tres años, a medida que cobra fuerza al pasar por las cálidas aguas tropicales. El meteoro causó ya un reguero de destrucción en el Caribe.

Los meteorólogos sostuvieron que el huracán podría alcanzar la categoría 4 con vientos superiores a los 210 kilómetros por hora (131 millas por hora) antes de que llegue a la costa continental estadounidense este fin de semana.

El Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos, con sede en Miami, cree que Irene alcanzará la categoría 3 durante el martes, dijo el vocero Dennis Feltgen.

Las autoridades podrían comenzar a emitir avisos al finalizar el día para ciertas zonas de la costa continental estadounidense. Ya que la tormenta tiene una extensión enorme, la Florida podría comenzar a experimentar sus efectos a partir del miércoles por la noche.

Los modelos computarizados del gobierno indican que las estribaciones de la tormenta barrerán la Florida a fines de esta semana antes de dirigirse hacia las Carolinas el fin de semana, aunque los meteorólogos advirtieron que los pronósticos han sido formulados muchos días antes, por lo que el vórtice podría desplazarse a centenares de kilómetros del punto de referencia. Además, es muy posible que Georgia se vea afectada.

El último huracán que tocó tierra en Estados Unidos fue Ike, que barrió Texas en 2008.

Por ahora, el primer huracán de la temporada de huracanes del Atlántico tuvo vientos máximos sostenidos la madrugada del martes de unos 160 kph (100 mph) y se encontraba a unos 90 kilómetros (55 millas) al noreste de Puerto Plata, en República Dominicana. El huracán avanzaba con rumbo oeste-noroeste a casi 17 kilómetros por hora (10 pph).

«Es vital que los residentes en los estados que puedan ser afectados esta semana se tomen con seriedad esta tormenta», dijo el administrador de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias de Estados Unidos, Craig Fugate.

Más de 1.000 personas fueron evacuadas debido a las inundaciones provocadas por el huracán a su paso por la costa norte de República Dominicana, donde los organismos de socorro esperan más lluvias durante el martes.

«Todo se llenó de agua, eso era pura agua por todos lados», aseguró María Altagracia Fernández, quien con sus cinco hijos de entre 7 y 13 años pasó la noche del lunes junto a un centenar de personas en el refugio habilitado en una escuela primaria del poblado pesquero Boba, 225 kilómetros al noreste de Santo Domingo.

Mientras los hijos de Fernández dormían junto a otros niños en el suelo, sólo protegidos por viejas sábanas, Fernández aún confiaba a la medianoche en que los organismos de socorro cumplirían su promesa de proveerles colchones o al menos que se restableciera el servicio de energía eléctrica.

Decenas de viviendas de madera, como la de Fernández, se inundaron debido a la elevación del nivel del mar y el desbordamiento del río Boba, cerca de la ciudad de Nagua. Minerva Santos, directora de Defensa Civil en Nagua indicó que poco más de 70 familias de diversos barrios fueron trasladadas a iglesias, escuelas y casas de parientes debido a que las fuertes lluvias inundaron sus viviendas, mientras que cientos de terrenos arroceros quedaron anegados.

«El agua se metía por mis botas», comentaba en el refugio Rafael de la Cruz, un estudiante y pescador de 19 años, al describir cómo el agua alcanzaba sus rodillas en el interior de la pequeña casa de madera frente al mar donde vive con su hermano y sus padres. Pese al hacinamiento del refugio y la falta de camas, De la Cruz se conformaba simplemente con estar seco y sin el peligro de que el mar continuara su incursión en su vivienda. «Aquí ya puedo dormir, no importa donde, hasta en una silla», aseguraba.

«Lo peor aún no ha pasado», dijo el martes Juan Manuel Méndez, director del Centro de Operaciones de Emergencias (COE) de República Dominicana. Explicó que, aunque el centro del huracán se encuentre al norte de la costa, el campo nuboso cubre gran parte del territorio de la isla La Hispaniola, que comparten Haití y República Dominicana, por lo que las lluvias continuarán durante dos días, especialmente en el suroeste.

Méndez aseguró que brigadistas y militares continuarán el martes la evacuación preventiva de residentes en zonas de alto riesgo en áreas cercanas a la frontera con Haití. De acuerdo con el COE, por los menos 1.025 personas fueron evacuadas en diferentes partes del país y tres viviendas de madera quedaron destruidas en el poblado de Matancitas, en los alrededores de Nagua. Los organismos de socorro no habían reportado hasta la mañana del martes ningún herido o víctima mortal.

Ante las fuertes lluvias y ráfagas de viento fueron cerrados desde la tarde del lunes los aeropuertos Catey y Arroyo Barril, en Samaná, así como la terminal del Cibao, 150 kilómetros al norte de Santo Domingo. El aeropuerto internacional de Santo Domingo canceló o reprogramó entre lunes y martes 47 vuelos con destinos en Estados Unidos y Puerto Rico, París, Madrid, Santiago de Cuba y otras islas en el Caribe, informó Yolanda Mañán, vocera de la empresa que administra la terminal aérea. El aeropuerto de Puerto Plata, 200 kilómetros al norte de la capital, también había cancelado al menos seis vuelos desde Estados Unidos.

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