El Pacífico va a ser el mar del futuro. Lo que está pasando en Asia es irreversible…Uruguay está jugando su carta diplomática diciéndoles a los grandes de la región que hay que ir para allá… Fundamentalmente a Brasil. Un país de dimensiones colosales y con aspiraciones de liderazgo. Estas palabras del presidente de Uruguay Pepe Mujica evidencian la nueva realidad del poder de Brasil. La creciente influencia de Brasil se debe, en primer lugar, a la importancia relativa de la economía brasileña de 2.4 trillones de dólares. Un dato revelador es que la suma de las economías de Argentina, Colombia, Venezuela y Perú equivale al 50% de la economía brasileña. Así mismo, siete de las primeras 10 corporaciones de Latinoamérica son brasileñas. La primera es Petrobras, con una plantilla de 81,700 empleados y una facturación de 147 mil millones de dólares.
Brasil es la única potencia militar del subcontinente y décima en el ranking mundial, con un presupuesto militar de 35 mil millones de dólares, que equivale al 50% del gasto militar latinoamericano.
Asimismo, las instituciones democráticas y la efectiva lucha contra la corrupción de los partidos políticos brasileños le ha ganado legitimidad internacional. “Prefiero el ruido de los periódicos al silencio de las dictaduras”, ha dicho la presidenta Dilma Rousseff. Igualmente significativo es la disminución de la pobreza y el acceso de 95 millones de personas a la clase media, un éxito de política social, dentro de una ejecución macroeconómica ortodoxa y disciplinada; y una referencia para gobiernos con agendas de reformas sin populismo, como los de Perú, El Salvador y Uruguay. Este análisis debe contemplar la actitud e intereses de los Estados Unidos, que tácticamente favorecen el rol de Brasil, debido a los valores compartidos de la libre empresa y democracia, y a la necesidad de preservar el poder norteamericano, evitando extenderlo más allá de lo prudente. Y es que los Estados Unidos enfrentan una situación muy compleja en un territorio que va desde Egipto, en plena transición política, hasta la desestabilizadora Corea del Norte, y que incluye a la emergente y colosal superpotencia China, a la que se refirió el presidente Mujica. Finalmente, Brasil no parece tener competidores efectivos en la región. Esto así, porque Argentina ha visto su prestigio y nivel de vida declinar durante el siglo XX, desde un nivel equivalente al de los Estados Unidos, en 1900. El modelo populista de Venezuela está dando signos de agotamiento. Además, la arruinada España del siglo XVII ilustra la experiencia histórica del uso de recursos naturales -oro, plata o petróleo- para luchar por influencia. De continuar el ascenso de Brasil se configuraría una América de dos polos. Uno conformado por México-Estados Unidos-Canadá y otro en el sur cuyo centro sería Brasil, ambos con más de 400 millones de habitantes.
