Empresarios, debemos cambiar de rumbo…

Durante los últimos treinta años, el empresariado ha analizado la economía limitándose a las cuentas monetarias del Banco…

Durante los últimos treinta años, el empresariado ha analizado la economía limitándose a las cuentas monetarias del Banco Central y las cuentas fiscales del presupuesto, una perspectiva que le ha impedido desarrollar una visión de largo plazo de la economía y de la sociedad. Si los análisis utilizados por el empresariado hubieran sido complementados con estudios del mercado laboral, se hubieran evidenciado los costos ocultos para la competitividad económica, para un modesto desarrollo tecnológico y para la sociedad, de una inmigración descontrolada de bajísima productividad.

En primer lugar, esta inmigración contribuye al grave problema del desempleo de los  dominicanos, que es causa de una creciente presión por empleos públicos, de un progresivo clientelismo y la desorganización e ineficiencia del Estado.

El Estado clientelista y politizado no ha sabido resolver una serie de problemas fundamentales para la competitividad, debido a la falta de cohesión y profesionalismo requeridos para atacar determinados objetivos. El Estado clientelista tiene una tendencia a la dispersión, con la proliferación de dependencias para dar empleos con criterios que no son estrictamente profesionales.

El economista Andy Dauhajre, concluye que la inmensa mayoría de la abultada nómina de 472,402 empleados públicos perciben ingresos bajísimos (elCaribe, 2/11/12), lo que revela la baja productividad del Estado y de la economía dominicana. La productividad (la cantidad de producción por unidad de trabajo) es el origen de la riqueza de las naciones y de sus exportaciones. Los 50 mayores exportadores per cápita son en conjunto economías de alta productividad. A saber, Hong Kong, Holanda, Dinamarca, Austria, Singapur, etc.
Adicionalmente, la creciente presión social, resultado del desempleo y la pobreza de los dominicanos, obliga al Estado a buscar recursos internamente y a través del endeudamiento externo. Nuestro país es el único en América Latina donde la desigualdad social aumentó en la última década (The Economist, 24/11/2012), lo que genera exclusión y violencia social.

Finalmente, el empresariado ve con preocupación el endeudamiento externo, muchas veces justificado por las carencias sociales, pues el servicio de la deuda es un obstáculo a la competitividad del país en la medida que la tasa de cambio sea fijada para aliviar el costo en pesos del repago de la deuda, sin tomar en cuenta el nivel óptimo económico.

Los análisis que se centran exclusivamente en las cuentas fiscales y monetarias ignoran las causas del creciente clientelismo y desorganización del estado; de la baja productividad económica  y de otros obstáculos a la competitividad; y de la creciente presión por recursos estatales para atender los males sociales ocasionados por el desempleo. Es decir, ignoran los importantes costos ocultos a la economía y sociedad dominicana de una  mano de obra “barata”. Se requiere, pues,  un cambio de rumbo hacia un análisis que tome en cuenta el mercado laboral y hacia un modelo económico basado en el empleo productivo.

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