Entre padres de familia y pacas (2)

El Tulio Turpén de los padres de familia es el grupo de importadores de las llamadas pacas, glorificados bultos de ropa usada, al que aplica el refrán  de que “sabe Dios qué pata puso ese huevo”.

El Tulio Turpén de los padres de familia es el grupo de importadores de las llamadas pacas, glorificados bultos de ropa usada, al que aplica el refrán  de que “sabe Dios qué pata puso ese huevo”.

Han logrado que el Estado, ente de voraz apetito fiscal, respete sus “derechos adquiridos”, bajo el alegato de que “e’gente que se la tiene que bucá de alguna folma”. Constituyen, bajo el padrinazgo de funcionarios, militares y sacerdotes, una privilegiada casta  cuya actividad,  oculta nefastas consecuencias para gente y el propio Estado protector, aplastando en el proceso desde simples costureras de barrio, hasta formales empresas de confección y sus miles de operarios. Escudados en que se trata de una actividad que representa “la comida” de muchas familias, se afecta a muchísimas más, mientras se privilegia a un reducido grupo importador.

Este argumento bien podría justificar la operación de los cerca de 24 mil “puntos” de  drogas,  ya que representan el “modus vivendi” de una gran cantidad de padres de familia. Se ha dicho, falsamente que Dajabón vive de las pacas y parecería que la producción propia y el comercio con Haití, no cuenta. Estas “pacas” llegan al país a través de tres zonas francas ubicadas en Pedernales, Oviedo y San Pedro de Macorís, “sin pagá un chele” al fisco, bajo el pretexto de que son para “clasificarlas y volverlas a exportar” y hoy venden el 100% de su “producción” en el país.  Los acuerdos del DR-CAFTA, en sus protocolos, prohíben esa importación y la Ley 458-73  dice: “Queda prohibida terminantemente la importación de prendas de vestir, ropa de cama y de mesa, loza y batería de cocina, puestos en desuso por clínicas, hospitales y sanatorios, o de procedencia indeterminada, traídos al país con fines comerciales y otras veces de beneficencia” y aun así se venden libremente.

Reza el refrán: “Más claro,  no canta un gallo”.  El resto es cháchara clientelista que promueve caos y desorden, como todo lo que se basa en el “Pater Familiae”, voz análoga del Derecho Romano, de concepto antagónico con el término criollo.

Aunque se le quiera dar otra calificación, se trata de contrabando; contrabando aceptado y hasta estimulado desde esferas de poder, por estamentos oficiales que no cumplen su papel y por políticos temerosos de que la organización del país, el simple cumplimiento de la ley,  sin acomodo,  y la aplicación del principio constitucional  de la equidad, atente contra sus “seguidores”. Vaya desenfoque! Dentro de esas pacas puede y viene “cualquier cosa” porque no son abiertas en Aduanas para verificación.

El fin que supuestamente justifica esta operación ilícita y dañina para la economía dominicana, y de seguro la salud porque sabe Dios “qué tísico se puso eso primero” es  que: «Los pobres tienen derecho a comprar barato”, entonces bajo este enunciado, aunque falso,  todo es válido y cabría decir: !Maestro, rumba abierta para baile!!!
César Nicolás Penson es empresario

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