¿Era Pedro Francisco Bonó padre del liberalismo?

Pensamiento caribeño en el Siglo XIXEsta hora tan melancólica, intermedio de la luz y  las tinieblas, es uno de los cuadros en que la naturaleza presenta más tintes que observar y grandezas que admirar, pero ni una ni otra…

Pensamiento caribeño en el Siglo XIX
Esta hora tan melancólica, intermedio de la luz y  las tinieblas, es uno de los cuadros en que la naturaleza presenta más tintes que observar y grandezas que admirar, pero ni una ni otra cosa hacía un hombre que salió de uno de los bohíos del lugar y que se sentó sobre una piedra que a la entrada de la puerta había. Nada hay más tosco que la fisonomía de este individuo: la grande y poblada barba que circuía su ancha y aplastada cara, caía sobre su velludo pecho y le daba aire de un escapado de la cárcel, sus narices eran chatas y su boca grande y gruesa, un conjunto feo, pero denotaba fuerza y salud. Su traje era el de los monteros en general; chamarreta de burda tela de cáñamo con calzones de lo mismo sujetos a la cintura por una correa…,machete corto de cabos de palo y vaina de cuero, cuchillo de monte….he aquí el vestido, agréguese…la atinada precaución de los monteros para evitar los estorbos de sombreros entre zarzas y malezas, cubría su cabeza un gorro de paño que en su primitivo origen debía ser negro, pero que la intemperie y la grasa habían puesto de color dudoso… Pedro Francisco Bonó, “El Montero” (Fragmento).

Pedro Francisco Bonó y Mejía (18 de octubre de 1828 – 14 de septiembre de 1906) es considerado el padre de la sociología dominicana y ha trascendido a la historia no tanto por sus acciones militares al mando de una tropa durante la gesta restauradora, aunque no demeritamos su activa participación en las filas del partido liberal, ya como miembro del Senado y de la Cámara, o como encargado de las Relaciones Exteriores durante la Restauración, o más tarde como encargado de Justicia e Instrucción Pública, o Inspector General de Agricultura y miembro de la Suprema Corte de Justicia. No, Pedro Francisco Bonó ha dejado un legado imperecedero en la historia dominicana por su pensamiento, por la agudeza de sus planteamientos y la defensa de los más nobles intereses del país, siempre a favor de los más pobres y necesitados.

Sus ensayos fueron recogidos por Emilio Rodríguez Demorizi, en Papeles de Pedro Francisco Bonó.  El trabajo Apuntes sobre las Clases Trabajadoras Dominicanas, es considerado como el primer ensayo sociólogo sobre la realidad dominicana, pero sobre todo,  constituye un estudio pionero acerca de la composición social dominicana. La novela El Montero, que engalana este artículo, es un verdadero retrato de la época y con singular maestría nos revela cuáles eran las costumbres dominicanas de entonces.

Pedro Francisco Bonó estudió la realidad dominicana, la escudriñó, y a partir de su observación acuciosa hizo propuestas. A diferencia de su contemporáneo y compañero en las filas liberales, Ulises Francisco Espaillat, no proponía como solución a los males del país la adopción de ningún modelo imperial. Por el contrario, abogaba por una sociedad organizada basada en las propias fortalezas del propio pueblo dominicano, proponiendo  reformas sociales sustanciales, que a su juicio eran las únicas salidas para poner fin a los males de su época. Proponía, por ejemplo, la destrucción del ejército y la creación de la Guardia Cívica. Defensor, como todos los intelectuales de su época, de la necesidad de fortalecer el sistema educativo nacional. Era firme en la exigencia a los gobiernos de la apertura de caminos para que los productos agrícolas pudieran llegar a los mercados.  Defendía con pasión al campesinado, y al cultivo del tabaco, que en República Dominicana se cultivaba en pequeñas unidades campesinas, porque era democrático; mientras el azúcar, afirmaba beneficiaba sólo a unos cuantos.

¿Era Pedro Francisco Bonó un pensador liberal?  Una gran pregunta expresada de manera sencilla. Personalmente considero que el intelectual cibaeño no era ni liberal ni positivista puro, aunque, como todo en la vida, sus ideas nacieron a partir del pensamiento de otros. Pero Bonó, a diferencia de otros pensadores dominicanos y latinoamericanos, no importó las ideas e intentó adecuarlas e imponerlas a la realidad; muy por el contrario, las analizó, las pensó, las meditó e hizo sus propias propuestas. Bonó se nutrió de las corrientes de pensamiento que circulaban en todos los ambientes intelectuales y académicos de finales del siglo XIX, como hemos afirmado en múltiples artículos de esta columna; pero supo internalizar los planteamientos y forjar sus propuestas a partir de sus propias convicciones.

No fue liberal puro, porque el liberalismo, corriente de pensamiento dominante en la época en que Bonó desarrolló su vida intelectual, abogaba por una economía de mercado, el flujo de capitales imperiales, la apertura de las aduanas con bajos aranceles para copar por los mercados latinoamericanos y, el dominio de las finanzas de las jóvenes naciones a través de los préstamos o empréstitos internacionales.  El pensador dominicano, sin embargo, defendía al pequeño campesino, que se iría al traste con la presencia del gran capital; defendía gobiernos legales y legítimos nacidos de la voluntad popular y favorecía las políticas sociales que ayudaran a los más desvalidos de la sociedad.  Durante la expansión capitalista del siglo XIX, el liberalismo y todo su cuerpo conceptual de Estado de Derecho era solo una ilusión, pues lo importante era la expansión de los mercados de bienes, servicios y financieros para las potencias imperiales, también en competencia, que luchaban entre sí como aves de rapiña en la búsqueda desesperada de ese amplio mercado que España se había visto en la obligación de abandonar durante los años de los procesos independentistas.  Y ustedes ¿qué piensan?

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