De esa agua no bebo yo…

Nunca antes como ahora me alegra haber hecho mía aquella frase de que: “Nada humano me es ajeno”. Y lo digo porque aunque existen miles de cosas, que nunca haría, al menos de manera consciente, otras siempre quedarán determinadas por las circunstan

Nunca antes como ahora me alegra haber hecho mía aquella frase de que: “Nada humano me es ajeno”. Y lo digo porque aunque existen miles de cosas, que nunca haría, al menos de manera consciente, otras siempre quedarán determinadas por las circunstancias; y las peores, terminamos haciéndolas sin saber.

Estar segura de que mientras vivimos, no estamos exentos de ninguna de las situaciones propias de los humanos, sirve para no cometer el error de decir: “No señor, de esa agua no bebo yo” o exclamar en torno enérgico y decidido: “Yo no hago esto o aquello”.

Quizás, alguien más, con mentiras, nos coloque en una posición que lesione nuestra dignidad humana, pero si nunca nos dimos golpes de pecho, diciendo que jamás haríamos o aceptaríamos algo así, aunque secretamente lo pensáramos, nadie tendrá el permiso para reírse de nosotros.

Por mi parte, siempre digo lo que sería capaz de hacer, no aquello que nunca haría, porque por ignorar historias, termina uno haciendo lo impensable, para no decir otra cosa y herir susceptibilidades…

Lo cierto es que la vida y las personas, al final, terminan marcando nuestro rumbo, son quienes nos colocan donde entienden que nos merecemos estar y nos dan solo aquello que, a su entender, es lo justo para cada quien.

Quizás, nuestras pretensiones siempre irán más allá de lo que recibimos, por la arrogancia de creernos más de lo que en realidad somos, por el egoísmo que nos tiene convencidos de que todo es poco para complacernos.

Pero a resumidas cuentas, la misma vida nos va enseñando que aquellas conductas que tanto rechazamos, esas acciones que tanto cuestionamos y nos resultan indecentes y hasta inmorales, al ver los beneficios y privilegios que le reportan a quienes las exhiben, nos lleva a pensar que los equivocados hemos sido nosotros, que de parecernos un poco a ellos, seríamos más felices, pues la desvergüenza nos haría andar más tranquilos e indiferentes al qué dirán.

Por eso, porque “Nada humano me es ajeno”, y porque nunca digo: “De esta agua no he de beber”, desde hoy y mientras viva, me dispongo a andar con mi vasito… 

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas