España va a elecciones en crisis y con pocas esperanzas para el PSOE

El Palacio de La Moncloa recibirá el 2012 con nuevos inquilinos. Este domingo 20 de noviembre, fecha en la que se conmemora la muerte del dictador…

El Palacio de La Moncloa recibirá el 2012 con nuevos inquilinos. Este domingo 20 de noviembre, fecha en la que se conmemora la muerte del dictador Francisco Franco, se celebran en España unas elecciones matizadas por la cuasi-extinguida esperanza de los alrededor de cinco millones de actuales desempleados, en que la escogencia de un nuevo gobierno traerá cambios positivos a su precaria situación y el escepticismo de muchos, que ven a este país encaminarse inexorablemente a una segunda recesión económica en menos de dos años, mientras persiste la crisis social con las concentraciones multitudinarias de “los indignados” que han retomado las plazas con la consigna de “No al Bipartidismo” en alusión a las dos organizaciones que se disputan el poder, el PSOE y el PP.

El Partido Socialista Obrero Español (PSOE), con José Luis Rodríguez Zapatero, consiguió el poder en el 2004, tres días después de producirse el 11M, el atentado terrorista más grave de la historia moderna de España, y revalidó ese triunfo en marzo del 2008, frente al candidato del Partido Popular (PP), Mariano Rajoy.

La crisis multifactorial existente en este país, la incapacidad de afrontar, sobre la base de desgastados postulados del gobierno de Zapatero, las exigencias de la Unión Europea y la premura de los partidos de evitar a toda costa una crisis política como la de Egipto, Túnez y otros países vecinos, ha llevado a Zapatero a adelantar los comicios cuatro meses antes de la fecha límite para agotar la legislatura, lo que debía producirse en marzo del próximo año.

Ya en mayo pasado, con un margen de 10 puntos porcentuales de diferencia, apoyados en el argumento de la mala gestión de la crisis y la incapacidad del gobierno de reducir el desempleo, el PP logró un triunfo arrollador sobre el PSOE en las elecciones autonómicas y municipales. Todo apunta a que, muy posiblemente, esa pesadilla para el PSOE, puede ver reproducida su segunda versión este domingo 20.

Candidato del PSOE

El bombero del partido

Como todo el mundo, Alfredo Pérez Rubalcaba sabía que perdería las elecciones, pero lo ha hecho con la dignidad de los soldados que son enviados a una muerte segura. El partido está por encima de todo y, si pide un sacrificio supremo, se le concede. Antes que él ya lo hizo Joaquín Almunia, que se presentó en el año 2000 tras la retirada de Felipe González. Entonces el PSOE sufrió un grave descalabro, pero Almunia fue compensado con el cargo de comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios.

Habrá que esperar un poco para ver si Rubalcaba cumple su promesa de no dimitir y pasarse cuatro años como jefe de la oposición, aunque no le faltarán ofertas de trabajo. Porque si algún adjetivo califica correctamente a Rubalcaba es el de trabajador.

Ha formado parte de casi todos los gobiernos socialistas desde 1982 y ha sido una de las personas más influyentes de su partido. Siempre ha estado en todas las conspiraciones y en todas las salsas. El PSOE siempre le ha llamado cuando había que apagar un fuego y nadie más quería hacer de bombero. Precisamente esta condición de persona imprescindible ha provocado que no sean pocos lo que han visto en él la encarnación del mal, sobre todo por que ha sido él quien ha tenido que defender públicamente a su partido cada vez que ha estallado un caso de corrupción. Ya se sabe: al que da la cara se la suelen partir.

Tras su aspecto de hombre bonachón se esconde una mente brillante. Aliados y adversarios siempre le han reconocido su capacidad de concreción y acuerdo. Ha sido siempre el gran interlocutor con los demás partidos y el gran forjador de acuerdos. Daba igual que se tratase del PP, de los nacionalistas catalanes, de los sindicatos o del brazo político de ETA. Él siempre ha sido la gran puerta a la que todos han llamado.

Los últimos en hacerlo fueron sus compañeros, cuando José Luis Rodríguez Zapatero estaba tan quemado que ningún bombero podía recomponerlo. Urgía hallar un candidato y todas las miradas se posaron en él. A nivel personal, Rubalcaba es una persona amable y detallista. Es doctor en Químicas y habla inglés y francés con fluidez, una excepción en el panorama político español. Al margen de la política, tiene dos grandes aficiones: la novela negra y el atletismo, concretamente los 100 metros lisos. Está casado, no tiene hijo, y reside en Madrid, pese a ser cántabro de origen.

Candidato del PP

Un hombre con suerte

El vencedor de las elecciones y futuro presidente del gobierno español es un hombre con suerte. Siempre ha estado en el lugar oportuno en el momento oportuno. Creció políticamente a la sombra de José María Aznar y fue ungido como sucesor en 2004. Aunque perdió dos veces contra el PSOE, nadie ha conseguido quitarle la silla y, cumpliendo el dicho, a la tercera va la vencida. Por si alguien duda de su buena suerte, basta decir que es de las pocas personas que han sobrevivido a un accidente de helicóptero. Fue en el año 2005 y sólo se rompió un dedo. Rajoy es un hombre reservado y de gustos familiares. Le gusta pasar los días libres con su esposa Elvira Fernández y sus dos hijos. Disfruta estando entre amigos y ha llevado esa manera de entender las cosas a la política. Siempre está rodeado por un equipo de personas de confianza y la mayoría de decisiones se toman en grupo. Por eso lo importante, dentro del PP, no es llegar a ser ministro, sino llegar a formar parte de este equipo, que trabajará con él dentro del Palacio de la Moncloa.

¿Cuáles serán los ejes de la política de Rajoy? El gran tema, casi el único tema de su misión, será recomponer la economía y salir de la crisis. España tiene 5 millones de parados y un déficit público que la sitúa al borde del colapso. Por suerte para él, el gobierno español no tendrá mucho margen de maniobra ante las exigencias de la Unión Europea (UE) y, especialmente, de Angela Merkel. Rajoy deberá reformar el mercado laboral, eliminar estratos administrativos y bloquear el endeudamiento público.

Al margen de la política económica y financiera, al líder del PP le esperan un par de temas calientes. El primero es la pacificación del País Vasco y la negociación con ETA, aunque durante la campaña se haya hartado de prometer que no hablará con terroristas. La oportunidad de lograr el fin de la violencia pasará por encima de los principios y habrá que concretar la entrega de las armas y el fin definitivo de ETA. El segundo tema territorial que deberá acometer el futuro presidente es la relación con Cataluña. Los nacionalistas catalanes, dueños del gobierno autónomo catalán, exigen un nuevo sistema fiscal que ponga fin a la sangría permamente del sistema actual: más de 20,000 millones de euros son recaudados cada año en Cataluña y se invierten en otros lugares de España.

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