En la República Dominicana, de acuerdo con cifras de la Tesorería de la Seguridad Social (TSS), hay cotizando un millón 390,286 trabajadores formales, entre empleados privados y públicos, al cierre del primer semestre de este año. Pero la realidad es que existe una proporción importante de empleados que aún en el sector formal no aparecen en esas estadísticas.
Por eso, algunos expertos estiman que en el mercado laboral formal es posible que hayan alrededor de un millón 500 mil trabajadores. De esa cantidad, al menos la tercera parte son empleados del Estado, entre instituciones centralizadas y descentralizadas.
Es posible que el sector público sólo necesite la mitad o menos del medio millón de empleados que registra actualmente, y que los demás sólo contribuyan a aumentar la burocracia estatal. Pero también es preciso analizar si el sector privado tiene capacidad para absorber a por lo menos 250 mil dominicanos y dominicanas que estarían abultando la nómina pública.
Con una economía en la que más del 55% de los trabajadores labora en el sector informal, debido a que la capacidad de las empresas formales no alcanza para emplear a más personal del que actualmente tiene (alrededor de un millón de trabajadores), es lógico entender que el abultamiento de la nómina pública no es únicamente clientelista, sino también de contribución a la reducción del desempleo.
Todo lo anterior plantea un importante desafío para el nuevo presidente que ha de asumir la administración pública mañana. ¿Cómo diseñar y aplicar una política de mayor dinamismo de la economía, que motive la creación de nuevas empresas y la generación de más empleos en el sector privado? ¿Cuáles mecanismos se deben implementar para motivar a las empresas informales a formalizarse y así insertar a sus trabajadores a la seguridad social, sin que esto implique costos extraordinarios?
El tema del desempleo es uno de los grandes retos por enfrentar.
