“Los pueblos tienen los gobiernos que merecen”, dijo el pensador español. Mi madre sostenía que somos los artífices de nuestro destino. Sutilezas nuestras que denuncian resistencia a abandonar la cultura caudillista y autoritaria, validan ambas nociones.

Ejemplos: Al expresidente le apodaron “Príncipe”. Al Presidente le critican su estilo discreto y despojado de grandiosidad, bajo el cursi argumento de que afectaría la “solemnidad” presidencial.

Aunque Fernández se acostumbró a la herencia de la figura presidencial divinizada y ataviada legada por el caudillismo, Medina sugiere que quiere desterrarla y proyectar una imagen presidencial menos ampulosa y más ciudadana.

Va con los tiempos. No se deje influenciar de mentalidades cortesanas desfasadas.

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