El éxito del PLD

El Partido de la Liberación Dominicana (PLD) concluyó su VIII Congreso Norge Botello con un resonante éxito. Las líneas programáticas fueron sancionadas sin dificultades, escogieron a los miembros del Comité Central, remozaron y completaron…

El Partido de la Liberación Dominicana (PLD) concluyó su VIII Congreso Norge Botello con un resonante éxito. Las líneas programáticas fueron sancionadas sin dificultades, escogieron a los miembros del Comité Central, remozaron y completaron el Comité Político como se había acordado.

El PLD mostró en ese Congreso porqué es la fuerza que dirige el gobierno. Disciplinado, organizado, garante de las reglas esenciales del centralismo democrático, de que la minoría se acoge a las decisiones de la mayoría, transitó una experiencia que debe ser espejo de las demás instituciones políticas.

El hecho es interesante, en un país donde la tendencia predominante en los partidos es la fragmentación. La izquierda, que apenas existe, es el peor ejemplo, y no hablar de las demás organizaciones, de derecha o de centro, del sistema político, que acusan un déficit de cohabitación tranquila y su constante es el conflicto interno, con matices violentos.

El caso del PLD es todavía mucho más interesante, porque es una fuerza relativamente joven, con un liderazgo igual de joven, que es una herencia de un caudillo que fue además el maestro principal de una escuela política, que a veces practicó la intolerancia y que no estuvo ajeno a algunos fraccionamientos que luego evolucionaron como partidos.

En el PLD de hoy por el contrario cohabitan dos fuertes liderazgos encarnados en su Presidente y en el Presidente de la República, Leonel Fernández y Danilo Medina, respectivamente, y se administran de manera ejemplar. Comparten la misma mesa directiva, concurren a las reuniones como los demás miembros, interactúan y analizan los temas, y trabajan para que haya resultados convenientes a la organización.

Todo eso es bien valorado por el país, hastiado de los fracasos de sus partidos y la degradación del discurso tirante.

Lo ideal sería que la experiencia del VIII Congreso se afirme sobre bases ciertas y no de posturas públicas. Que esa organización siga construyéndose bajo criterios de participación y democracia, en el respeto de los estatutos y en el predicamento del artículo 216 de la Carta Magna.
Felicitamos a las bases y líderes del PLD. l

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas