¿Exportaciones a prueba de crisis?

La queja es generalizada. El sector exportador dominicano acusa una falta de dinamismo que le impide generar las suficientes divisas como para dar el espacio necesario a la economía para crecer.

La queja es generalizada. El sector exportador dominicano acusa una falta de dinamismo que le impide generar las suficientes divisas como para dar el espacio necesario a la economía para crecer.Los sustitutos temporales han sido la inversión extranjera y el crédito externo, pero al menos este último se está agotando.

Aunque hay experiencias exitosas de nuevas empresas exportadoras y productos exportados que han permitido compensar el golpe que significó el descalabro de las exportaciones de confecciones textiles de zonas francas, eso ha sido insuficiente.

Un análisis superficial de las cifras oficiales parecería sugerir lo contrario. Entre 2005 y 2010, las exportaciones totales de bienes crecieron a una tasa promedio anual de 2.5% y las de bienes y servicios (esto es incluyendo turismo) crecieron a un ritmo de 4% por año. Más aún, 2011 aparece en las cifras oficiales como un año extraordinario pues las exportaciones de bienes pasaron de unos US$6,600 millones a algo más de US$8,500 millones, para un crecimiento absoluto de casi US$2,000 millones, una expansión impresionante para un solo año. Si no fuera por las caídas que estas fuentes recogen para 2008 y 2009, parecerían cifras a prueba de crisis.

Sin embargo, cuando se evalúan los datos con detenimiento, el panorama se torna diferente. Al considerarlo en términos reales, es decir, descontando la inflación, el valor real de las exportaciones fue un 4% menor en 2010 que en 2005, y creció a una tasa media anual de 0% en ese período. Más aún, en promedio cada dominicano y dominicana exportó un 10% menos en 2010 de lo que lo hizo en 2005. En ese período, las exportaciones reales per cápita crecieron a un ritmo de -1.3% por año.  Estas cifras revelan que en términos agregados, el sector exportador ha retrocedido. Si considerásemos la participación dominicana en el comercio internacional de bienes, la cual cayó en un 25% entre 2005 y 2010, el juicio sería todavía más categórico.

Pero lo anterior es a partir de las cifras oficiales. En el ámbito de especialistas, es bien conocido el problema de la inconsistencia de las cifras de exportaciones entre instituciones oficiales. Los esfuerzos por lograr acuerdos en ese sentido no han rendido frutos. De allí que sea muy frecuente que se recurra a fuentes internacionales que utilizan datos de los países importadores combinados con datos de fuentes nacionales.

¿Qué dicen esas cifras? ¿Confirman los datos de más arriba? Desafortunadamente, la respuesta no es sólo negativa, sino que arroja un panorama aún más problemático. Por ejemplo, el International Trade Center (ITC), una agencia conjunta de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) reporta que entre 2005 y 2010 el valor de las exportaciones nominales dominicanas fue, en promedio, un 10% menor al valor reportado por el Banco Central, y que, en contraste con las cifras gubernamentales, en ese período éste creció en -1.2%. Más aún, las cifras del ITC indican que entre 2007 y 2010, el valor exportado cayó en algo más de US$1,400 millones, a pesar de que en 2010 hubo una recuperación parcial, lo cual es también confirmado por las fuentes gubernamentales.

Por su parte, las Naciones Unidas, a través de una base de datos conjunta con la OMC y la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD), reportó datos moderadamente diferentes pero con una tendencia similar a la indicada por las cifras del ITC, en el sentido de una reducción a mediano plazo aunque con una recuperación moderada en 2010.

En síntesis, contrario a percepciones superficiales, algunas esgrimidas por mí en otras entregas, las exportaciones no han resistido la crisis y su comportamiento está jugando un papel recesivo en la economía.

A la crisis internacional se suman los múltiples pesos muertos con que carga el aparato productivo como la energía, la calificación de la fuerza de trabajo y los problemas institucionales.

Por lo tanto, la respuesta de política debe ser en ambos frentes, buscando los nichos de mercado pero al mismo tiempo, invirtiendo en educación, haciendo cumplir las leyes, cobrando la energía y abaratándola, promoviendo el aprendizaje y la innovación, siendo más transparentes y atacando la corrupción y la impunidad.

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