Exportar nuestro arte

La internalización del arte dominicano es la gran tarea pendiente para todas las instituciones que se dedican a la cultura en República Dominicana.

La internalización del arte dominicano es la gran tarea pendiente para todas las instituciones que se dedican a la cultura en República Dominicana. Hay algunos valientes como Lyle O. Reitzel, el museo Bellapart, Arte Berri, o la punta de lanza que tenemos en la escuela de diseño Parsons en Nueva York, que Dominique Bluhdorn ha sabido aprovechar con su Escuela de Chavón. Esos son quienes con cierta constancia exhiben nuestro arte más allá de nuestras fronteras; a ellos les toca el privilegio de ser los verdaderos embajadores del arte dominicano. En el caso de Lyle, desde 1995 está lanzado a la difusión y promoción del arte dominicano y del Caribe en diversos circuitos del arte contemporáneo internacional de manera sistemática, agresiva y permanente, y ha apoyado a los talentos dominicanos de varias generaciones en las ferias más importantes del mundo, además de organizar exposiciones en bienales, instituciones, museos e intercambios con galerías.

Salvo el caso de Eduardo León Asensio cuando fue embajador en Washington, nuestro servicio exterior ha dado un flaco servicio a nuestro arte en el exterior. Pero no sólo las instituciones, galerías o museos, son las que tienen que hacer el trabajo de puesta en valor internacional del arte dominicano. Son, principalmente, los artistas dominicanos quienes tienen que hacerlo; porque por más exposiciones en el exterior que se hagan, si el artista no es bueno, no hay nada que buscar, ahí termina la cosa, en una exposición y nada más.

El turista que viene a la República Dominicana se lleva la impresión de que nuestra pintura es lo que ve en la Zona Colonial o en el arrabal que se hace llamar polo turístico del Este. Y es peor, recientemente la embajada dominicana en Washington, en una colaboración con la embajada haitiana, el Museo de Arte Moderno de las Américas y la OEA, organizaron una exposición en Washington con el titulo “Geografía compartida: República Dominicana y Haití”. En un terrible error de cálculo nuestros representantes en el extranjero nos presentan bajo la tutela de Haití, para que siga la asociación de ideas entre las dos naciones; pero con la referencia básica puesta en Haití.

Nuestros artistas tienen la necesidad de mirar más allá, para abrir la mente, la paleta, y los bolsillos. Pensar y vivir globalmente. El arte por definición no puede ser localista, y mucho menos copia mala de obras conocidas.

La “Milla del Arte” en Madrid es un ejemplo de que el arte es buen negocio para todos, su oferta cultural es de unos 70 museos. El arte deja mucho dinero y atrae a turistas con intereses distintos a los de playa, prostitución y drogas, todo incluido.

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