El fanatismo islámico

Occidente ha sido víctima de crueles muestras de intolerancia por parte de grupos fanáticos musulmanes que han culminado en actos lamentables de violencia. Algunas han sido provocadas por expresiones propias del ejercicio de la libertad y no están&#823

El fanatismo islámico

En la prensa dominicana se han publicado intentos escritos y verbales de justificación de la matanza de los redactores y caricaturistas del semanario satírico parisino Charlie Hebdo, con los pretextos más absurdos e infantiles. Se ha alegado que…

Occidente ha sido víctima de crueles muestras de intolerancia por parte de grupos fanáticos musulmanes que han culminado en actos lamentables de violencia. Algunas han sido provocadas por expresiones propias del ejercicio de la libertad y no están ligadas a conflictos de carácter bélico, como la guerra en Irak o el enfrentamiento de judíos y palestinos en el Medio Oriente.

Numerosos diarios en su momento publicaron editoriales para expresar su horror ante la “fatwa”, sentencia de muerte, con que los imanes iraníes condenaron al escritor británico de origen hindú, Salman Rusdhie, por la publicación del libro “Los versos satánicos”, considerado como ofensivo al profeta Mahoma. La sentencia ordenaba a los musulmanes darle muerte donde quiera que el escritor se encontrara. La orden era también extensible a los editores responsables de la publicación. Rusdhie vivió escondido durante años y en un vano intento por aplacar el furor de los líderes musulmanes expresó su arrepentimiento por el libro, lo que no le sirvió de mucho.

La publicación posterior de caricaturas del profeta por diarios daneses y noruegos desató protestas y quemas de embajadas en países musulmanes y amenazas de violencia aún más radical. Después vimos el horrendo asesinato de periodistas de un semanario satírico de París, que conmovió al mundo. También Alemania llevó lo suyo, donde el miedo a las reacciones de esos grupos canceló la presentación de una ópera de Mozart, “Idomeneo”, en el Teatro de Berlín, por una escena en la que aparece la cabeza sangrante de Mahoma, con la de Cristo, Neptuno y Buda. Esta obra, de 1781, está basada en un texto sobre la guerra de Troya, que mezcla mitos y realidades. El personaje que da el nombre a la ópera es un rey de Creta que durante una tempestad le pide a Neptuno que evite una catástrofe a cambio de sacrificar a la primera persona que encuentre en la costa, que resulta ser su hijo Idamante.

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En la prensa dominicana se han publicado intentos escritos y verbales de justificación de la matanza de los redactores y caricaturistas del semanario satírico parisino Charlie Hebdo, con los pretextos más absurdos e infantiles. Se ha alegado que el medio se burlaba de la fe de millones de musulmanes, y tratándose en su mayoría de periodistas, moralmente obligados a defender la libertad de expresión, la argumentación resulta penosa. Algunos se han enredado en su propia trampa al señalar que si bien condenan la matanza a sangre fría de los doce periodistas franceses, en una acción de cobarde irracionalidad, propia de dementes y fanáticos, no se debe permitir ni aceptar lo que han llegado a calificar como excesos y posiciones irreverentes contra una religión.

El pecado del semanario francés fue el de haber publicado viñetas del profeta Mahoma, lo que la ley musulmana le prohíbe a los creyentes de esa fe. Hace apenas unos dos o tres años una revista danesa hizo otro tanto y en los días siguientes las embajadas europeas en muchos países del mundo islámico fueron asaltadas por multitudes, con un elevado saldo de destrucción y muerte. Una novela titulada “Los versos satánicos”, forzó a su autor Salman Rushdie, ciudadano inglés nacido en la India, a esconderse por años, luego de que el líder de la revolución iraní invocara la Fatwa, ordenándoles a los fieles creyentes del Islam a matarle donde quiera que se encontrara.

La matanza de los periodistas de Charlie Hebdo no tiene justificación y sólo demuestra el empeño musulmán de imponer a rajatablas su fe y costumbres al mundo occidental, con su enorme carga de intolerancia y adoración ciega, desconociendo que los cinco millones de islamistas residentes en Francia y los más de veinte acogidos en el resto de Europa revelan el respeto de esas naciones al Islam. El fanatismo religioso no tiene cabida en un mundo de respeto a las libertades humanas.

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