Fortalecer el Estado dominicano

Durante un reciente debate, un distinguido panelista se declaró “ciudadano del mundo”, expresión que forma parte de una corriente de pensamiento que plantea la superación, o por lo menos, la restricción del concepto del estado soberano.

Durante un reciente debate, un distinguido panelista se declaró “ciudadano del mundo”, expresión que forma parte de una corriente de pensamiento que plantea la superación, o por lo menos, la restricción del concepto del estado soberano.Este planteamiento parece tener varias explicaciones. En primer lugar, bien podría ser la expresión de un idealismo irreal, que causa una impresión favorable en quienes reaccionan emocionalmente, y no analizan los asuntos con rigor crítico. Bastaría que los “ciudadanos del mundo” dominicanos tomen un avión, e intenten entrar a la mayoría de los países del mundo, para ver como los devuelven y les ponen fin a su mal concebida aventura.

Otra posibilidad es un planteamiento que propugna la sustitución de los estados soberanos por un esquema de orden universal, que a nivel práctico coincide con el propósito de algunas naciones a ejercer un poder supranacional. Henry Kissinger en su obra Orden Mundial, cita al sultán Mehmet El Conquistador, quien advirtió a los fragmentados estados italianos del Renacimiento, “Uds. son veinte estados en permanente desacuerdo… (Y) solo debería haber un imperio, una fe y una soberanía en el mundo”. Naturalmente, se trataba del imperio, la fe y la soberanía del sultán.

O quizás, se trata de un bien concertado esfuerzo para aproximarnos cada día más a nuestros vecinos, con una política de fronteras abiertas. En algunas versiones de este argumento se hace alusión a la Unión Europea. Utilizando nuestra experiencia histórica, cabe preguntarnos cuál hubiera sido el destino del pueblo dominicano, si el estado existente entre 1822 y 1844 hubiera perdurado hasta nuestros días. Es evidente que estaríamos junto Haití, acompañando al grupo de los diez estados mas fallidos del mundo: Somalia, Sudán, El Chad, Yemen, la República Centro Africana, etc.

Kissinger hace dos aseveraciones que nos resultan pertinentes. Primero, asegura que en la actualidad el “caos amenaza, en un momento en que existe (entre las naciones) una interdependencia sin precedente”. Así mismo, afirma que “la libertad no puede perdurar sin un principio de orden que la mantenga”, pues el orden y la libertad lejos de ser excluyentes, son en realidad interdependientes.

Estas meditaciones sobre la relación entre la libertad y el orden están en el centro de nuestra presente disyuntiva nacional. Necesitamos reforzar a un muy presionado y debilitado Estado dominicano, que es el garante de nuestras libertades, para evitar que el caos que tenemos al otro lado de nuestras fronteras nos arrope. El Estado dominicano, crecientemente debilitado por un populismo desorganizado y desorganizador, no ha respondido adecuadamente a la creciente presión internacional, que ve en nuestro país la solución al caos haitiano. Dadas estas circunstancias resulta una tarea urgente fortalecer el Estado dominicano, garante de nuestras libertades y modo de vida, pues como expresó el Cardenal Richelieu, citado por Kissinger, “El estado no es inmortal, su salvación es de ahora o nunca.

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