Cuando Francisco Domínguez tenía su tienda en la calle Real casi frente a la casa de veraneo del presidente Horacio Vásquez en Tamboril, no soñaba que su nieto de igual nombre fuese un magistrado que llegara a ocupar la posición que hoy ocupa.
Era la época en que todavía se hablaba de la Común de Peña y donde la parroquia Santa Ana cambió de nombre por el de San Rafael y donde doña Elsa Brito se dio a conocer como la educadora de la que el Cibao se enorgullece. Pero para muchos no fue una sorpresa el ascenso de su hijo, por sus cualidades personales y la de su familia.
Para él el cargo no es nuevo, y para los dominicanos es importante que lo vuelva a ocupar porque se esperan resultados relevantes a la altura de su capacidad y compromiso.