Franklin Domínguez llevará al cine una nueva versión del filme de 1963 La Silla, basada en el monólogo ¿Quiénes son mis jueces?
La idea de hacer una película dominicana se le ocurrió a Camilo Carrau (protagonista), y Franklin Domínguez escribió el guión con el título Extraño en su propio mundo, cuyo presupuesto se alejaba de las posibilidades; es cuando Franklin idealiza algo menos costoso y sugiere llevar al cine su monólogo ¿Quiénes son mis jueces? El proyecto se materializa en el 1962 con el título de La Silla, gracias a la intervención de los técnicos estadounidenses Clark Jonson, un perito camarógrafo de comerciales, y Phil Macy, un ingeniero de sonido.
El estreno se da el 26 de enero de 1963, en Santiago, luego de un viacrucis de dificultades por falta de dinero y experiencia, pues ninguno había participado como productor y realizador de un largometraje.
La singular narrativa, osada para la época, se vale de un montaje dinámico, donde los únicos elementos visuales son un actor y una silla en composiciones muy parecidas al teatro del absurdo. La silla se presenta como alegoría de la tiranía trujillista y sus instrumentos predilectos de tortura y muerte de quienes le adversaban: la silla eléctrica.
Adquiere así, la silla, formas humanas y/o conceptos de libertad u opresión. Se constituye en un objeto simple como emblema de poder tiránico. Al igual que la obra de teatro adaptada, es la historia de un hombre acusado de traicionar a sus compañeros que eran presos políticos del régimen trujillista.
El hombre se defiende con el argumento de que el mismo pueblo no luchaba contra la tiranía y que, por tanto, él como el pueblo no podían ser acusados de no luchar contra el yugo, a menos que igual se califique a todo el pueblo de traidor.
