Frigidez, cuando la mujer pierde el deseo sexual

Mucho escuchamos hablar de la disfunción eréctil y muy poco de la frigidez, una disfunción sexual de la mujer que tiene también que ver con la falta de educación sexual, lo que puede dar pie a ella. La experiencia sexual no es vivida igual por…

Mucho escuchamos hablar de la disfunción eréctil y muy poco de la frigidez, una disfunción sexual de la mujer que tiene también que ver con la falta de educación sexual, lo que puede dar pie a ella. La experiencia sexual no es vivida igual por todas las personas; mientras para algunas es un verdadero placer, para otras es un deber, una obligación. Pocos saben que con una educación abierta y responsable sobre el tema sexual esta disfunción femenina puede prevenirse. Para documentarnos a fondo hemos entrevistado a Lourdes Henríquez Díaz, licenciada en educación, psicóloga educativa y terapista familiar con entrenamiento en Neurociencia y Aprendizaje.

¿Qué se entiende por frigidez femenina?
La palabra frigidez es un término que en la literatura psicológica tiende a dejar de usarse, por la connotación implícita de que la persona a la que se le asigna es un ser frío, distante, poco sensible, en todas las áreas de la existencia. Más bien, se habla de “disfunción sexual general”, haciendo referencia de que dicha persona tiene una disfunción, algo no va bien o no funciona, y que es específicamente en el área de la respuesta sexual femenina. Hay una condición similar en los hombres, que también tiende a desaparecer su expresión en los entornos profesionales, y se refiere a la “impotencia” masculina.

Esta disfunción es la más grave de todas las inhibiciones femeninas. Se suele decir en la literatura sexual que esta mujer se halla “vacía de sentimientos sexuales”, y aunque es una metáfora, la misma da una idea más clara de la dificultad.

La mujer que la padece por lo general no responde a la estimulación sexual, impidiendo esto su excitación, que es la fase que la prepara para poder realizar el coito placentero.

¿Qué la provoca?
Existen dos formas básicas de manifestarse; la disfunción primaria, que supone que dicha persona, en ninguna circunstancia, ni con ninguna persona es responsiva a los estímulos eróticos.

Y una condición secundaria donde la persona, en la juventud o en el período del noviazgo, podía responder, con otro u otros hombres, pero con el marido en particular, después de ciertas situaciones de desméritos a través del tiempo, deja de responder sexualmente.

Muchas mujeres suelen considerar la experiencia sexual como un castigo o unas tareas- trabajo que deben realizar, por lo que soportan estoicamente las relaciones sexuales con el esposo tal y como si se tratara de una tarea ; distrayendo su mente con imágenes o ideas no sexuales. Esta situación provoca, a través de los años, ira, heridas que acumulan desméritos, y con el tiempo pueden desembocar en separación, divorcios, o en relaciones conflictivas eternas que se asumen como un estilo de vida. La mujer no suele perdonar fácil (en ocasiones solo con terapia), que su cuerpo haya sido utilizado como una cosa, como un instrumento de placer. La mayoría de estas mujeres usan excusas para evitar el acto sexual.

¿Se puede prevenir?
Naturalmente que se puede prevenir, con una educación de la sexualidad sensible, abierta, responsable, donde los componentes de respeto, diálogo, conocimiento del cuerpo y de su propia mente, sean elementos indispensables, iniciando con la sinceridad como baluarte fundamental. Necesitamos médicos, educadores, terapeutas y padres que dejen de ser puritanos y que entiendan que en una época de nativos digitales (niños ya adolescentes que nacieron con la tecnología), que tienen en su haber millones de horas dedicadas al entrenamiento visual y auditivo, de un cerebro cableado con la experiencia, de muchos mundos posibles; que “el juego del ensayo del sexo” se inició a edades muy tempranas y en la mayoría de los casos sin ningún tipo de acompañamiento sensible de adultos responsables y formados en estos temas.

¿Existe algún tratamiento?
Así es, en nuestro país tenemos muy buenos terapeutas sexuales; de hecho, es una de las especialidades (maestría) de la psicología que más se estudia. Los terapeutas trabajan en terapia de pareja, por tanto es necesario que asistan a la misma tanto la mujer que tiene la condición de la disfunción, como su pareja. Se prescriben unos ejercicios, que incluyen a ambos. Cada miembro se debe tratar a solas y en forma conjunta. Se les enseña a través de ejercicios, que se les describen, y se les colocan videos, para que puedan observar lo que tienen que hacer. La tecnología ayuda mucho en esta tarea de ver y hacer conciencia de lo que corresponde realizar.

¿Quiénes son más propensas de padecerla? ¿Jóvenes o mujeres maduras?
Aunque esto no tiene que ver con la edad de la persona, sí es necesario tener presente que las primeras experiencias de vida sexual en un ser humano muchas veces determinan las actitudes de rechazo y negatividad con que se suele iniciar un mundo complejo, plagado de mitos, tabúes y prejuicios, que reflejan las más de las veces, el retraso sociocultural del país que nos acoge.

¿Puede guardar relación con alguna experiencia vivida?
Esta es una pregunta que se explica a sí misma. Naturalmente, los abusos sexuales, sobre todo los que ocurren en la infancia temprana, media u adolescencia, suelen tener secuelas permanentes, y las diferentes disfunciones son el resultado de dichos abusos. Y en algunos casos las consecuencias pueden ser peores, como dedicarse a la vida sexual sin restricción, promiscuidad, o al trabajo sexual (prostitución). Cuando se da lugar a un abuso sexual, él o la niña, que en su mente se grabó a sangre y fuego una educación abusiva, en los circuitos profundos del sistema límbico (llamado cerebro emocional); son esas enseñanzas las que puestas en la memoria consciente o inconsciente determinan la conducta disfuncional futura. Por si esto fuera poco, lo que se graba en este sistema, difícilmente se olvida. Libros y películas pueden despertar estos procesos. Esto es, debido a unas neuronas motoras que se llaman “neuronas espejo”, y estas se viven activando siempre que vemos, leemos o vivimos mundos posibles. La mente protege a un sistema biológico vivo al que sirve y es por eso que nos interesan más las noticias de calamidades, daños, muertes, que los actos de bondad, solidaridad y ayuda a nuestros semejantes, que son mucho más frecuentes que los abusos a los que aludimos.

¿Puede una mujer ser frígida con un hombre y con otro no?
Excelente pregunta. De hecho, se suele clasificar esta condición de salud sexual en dos tipos: primaria y secundaria. La primera, como decía al inicio de la entrevista, se caracteriza por una situación donde la persona en ninguna caso, o con ninguna pareja, se siente en forma sexualmente responsiva. Y la segunda condición suele tener varias vertientes, o por un lado, esa situación solo le pasa con una pareja en particular (en ocasiones su propio esposo. En otras, es el amante ocasional el que suele provocarla). En ese orden son los pensamientos negativos que según la educación familiar, religiosa, o social-cultural, que la persona suele evocar, lo que la lleva a producir un ambiente interno que produce neurotransmisores, u hormonas, que son las responsables de que nuestro cuerpo vaya en una u otra dirección.

¿Qué especialista trata la frigidez.
Tanto psiquiatras como psicólogos que estudien una especialidad que se llama “terapia sexual” son los profesionales que trabajan con estas disfunciones. Pero más que la especialidad, es más bien el establecimiento de un vínculo seguro con su terapeuta lo que va a garantizar un buen trabajo y la posible solución de los problemas a los que nos enfrentamos.

¿Las hormonas guardan relación con esta condición?
Tanto las hormonas como los neurotransmisores cerebrales, van a tener mucho que ver con la respuesta sexual humana. El amor apasionado, va acompañado de las químicas del amor: dopamina, oxitocina, serotonina, que nos van a llevar a entrar en el tema sexual y ellos van a ser evocados cuando nuestros pensamientos entran en la situación sexual. Una persona deprimida, por ejemplo, no puede abandonarse al placer de los sentidos, y eso hace que difícilmente si estás deprimido tengas apetito sexual.
Las hormonas van a ser afectadas por la ingestión de algunas drogas incluidas en algunos medicamentos, para ciertas afecciones.

¿Guarda alguna relación con la menopausia?
Tanto la menopausia como la andropausia suponen para cada sexo una disminución en el tiempo, en la potencia, rapidez o intensidad de todas las respuestas, y la sexualidad es una de ellas. Es una indicación de la propia naturaleza de nuestro cuerpo, de que las tareas de desarrollo, como la reproducción, deben ser disminuidas y en el caso de la mujer suspendida totalmente.

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