El calcio, que encabeza la lista de los minerales más comunes y abundantes en nuestro cuerpo hace que los huesos, los dientes y las uñas sean fuertes y duros. La sangre contiene calcio que sirve para la regulación de la presión arterial y para la contracción de los músculos y del corazón.
El fósforo, junto al calcio, ayuda a dar consistencia a los huesos, es importante para las membranas celulares y el ADN y es indispensable para la producción de energía.
El cloruro es un componente importante de la sangre y del jugo gástrico. El magnesio ayuda a mantener los huesos sanos, a que las proteínas cumplan con su función, así como a la relajación de los músculos, y al funcionamiento del corazón.
La tarea del potasio es mantener la presión arterial estable, preservar el equilibrio de los líquidos, garantizar el ritmo cardiaco y ayudar a la función de los nervios y los músculos.
El sodio es indispensable también en el equilibrio de los líquidos. El sulfuro es un actor importante para que las proteínas cumplan su función y contribuye también a complementar el papel que cumplen otros nutrientes.
La deficiencia de los principales minerales y de los minerales “traza” produce algunas manifestaciones, por ejemplo: la deficiencia de calcio produce osteopenia y osteoporosis; la del cloruro, calambres musculares, problemas de concentración mental y pérdida del apetito; la pérdida de magnesio provoca mucho cansancio, calambres musculares, convulsiones y depresión; la falta de fosforo pérdida del apetito, cansancio y dolor en los huesos; la deficiencia de potasio ocasiona deshidratación, debilidad, problema de concentración, arritmia cardiaca.
La deficiencia de sodio produce calambres musculares, problemas de concentración, baja de la presión arterial y pérdida del apetito.