La Fundación Sinfonía cree en su gente

Con una buena parte de los protagonistas del sector cultural en huelga, el pírrico sueldo que devengan nos lleva a pensar las enormes dificultades que enfrentan para poder realizar un trabajo de calidad. Y también, a deducir que lo que ofrecen a…

Con una buena parte de los protagonistas del sector cultural en huelga, el pírrico sueldo que devengan nos lleva a pensar las enormes dificultades que enfrentan para poder realizar un trabajo de calidad. Y también, a deducir que lo que ofrecen a la sociedad dominicana es fruto de la pasión por su vocación, del amor que sienten por la música, la danza, la pintura, el arte en sus diversas manifestaciones.

Este es un país de pintores, de músicos. El dominicano lleva el ritmo, la música y el color en sus genes y no hay fuerza que lo evite. Pero es difícil, casi insuperablemente difícil encontrar el apoyo oficial en manifestaciones que no sean las que el político de turno considera “popular”. Así, los artistas que tratan de llevar su talento a un nivel profesional, a cultivar su vocación, a hacer de su genio una profesión y vivir de él… no encuentran más que decepciones.

Es el país el que sale perdiendo. La música clásica se entiende ya en otras sociedades como un arma de educación especialmente válida. El ejemplo de Venezuela, con su “Programa” de orquestas barriales es el ejemplo más cercano a nuestra realidad. En República Dominicana hemos tenido el privilegio de que un grupo de apasionados por la música clásica, primero con el impulso de don Pedro Rodríguez Villacañas seguido después por doña Margarita Copello y un magnífico equipo de voluntarios, con Carmen Rita Malagón y Eduardo Villanueva, entre otros, conformara la Fundación Sinfonía.

Han sabido tocar las puertas para conseguir los fondos privados que han sostenido por diez ediciones, un Festival Musical de Santo Domingo que generosamente han puesto siempre a disposición de las autoridades culturales del momento.

Es un Festival que ha permitido una oferta cultural que la ciudad no habría disfrutado de otra manera. Es un esfuerzo que se trabaja durante dos años para poder llegar a una cita que se espera. Con los contactos ganados en estos años se han podido emprender otras misiones. Las clínicas que se ofrecen a los jóvenes músicos de los pueblos y escuelas, los apadrinamientos de músicos que empiezan a salir a flote.

Una vez más el sector privado tiene que sostener iniciativas que desde el sector oficial se desatienden y tratan con desdén. El Festival de este año, del 4 al 14 de marzo, promete ser uno de los más interesantes y cuidados de los que la Fundación Sinfonía, con más esfuerzo que nunca, nos ha preparado. Los voluntariados, como la Fundación Sinfonía, son quienes nos demuestran que se pueden hacer muchas cosas cuando los que saben se ponen manos a la obra de verdad. La Fundación Sinfonía cree en su gente.

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas