Me atrae curiosear en nociones y filosofía sobre el decidir bien. He aprendido y comprobado en la práctica qué criterios conviene priorizar al tomar decisiones. Uno básico, desestimar el miedo como incitador. Otro, la generosidad. Si hay que elegir entre una acción u otra, escoger la que nos signifique ser más generosos, nunca menos.
Aprecié la dimensión de ese planteamiento en el marco de una situación doméstica. Tomé una decisión en la cual marginé la generosidad, fundamentaciones retorcidas inducidas por chismes y visión estrecha predominaron. Los fallidos resultados de aquella elección me hicieron hacer consciencia de esos desacertados motivadores, al tiempo de aleccionarme sobre siempre enfatizar la generosidad contra toda aparente ganancia que signifique denigrarla. l
