Hasta hace una semana, la campaña electoral era un jardín de rosas, hasta que se lanzó la versión sobre una cuenta inexistente atribuida a la primera dama de la República.Pocos se creían que estaban en una campaña electoral en República Dominicana, donde, si bien se había puesto en duda la credibilidad de la Junta Central Electoral (JCE) a partir del cuestionamiento a la autoridad principal del Centro de Cómputos, no se veían los ataques que estamos presenciando ahora.
El nuevo elemento introducido es la versión de que a un grupo de colaboradores cercanos del presidente de la República, se les habría cancelado el visado de los Estados Unidos. Ya el mismo candidato del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) ha reclamado explicaciones al presidente de la República.
Con la primera denuncia, las autoridades de la Superintendencia de Bancos y el abogado defensor de la primera dama se han encargado de informar que el Danske Bank ha certificado que esa ciudadana no está entre sus clientes.
Sobre la versión de la cancelación del visado, el vicepresidente de la República, se limitó a decir que el gobierno no ha sido notificado. Pero es competencia de las autoridades dar las informaciones necesarias y precisas.
De todas formas, es evidente que estamos en un ambiente de caldeamiento de la campaña. El calentamiento tiene sus riesgos, pues ya se habla de violencia. Y eso no construye. Los actores del proceso deben imprimirle calidad a sus discursos y rodearlos de credibilidad. Deben cuidarse también de los excesos.
Cuando los debates llegan a los extremos, o descienden a ras del suelo, los participantes pueden correr la misma suerte. Nunca el buen tacto y algunas dosis de moderación han resultado mala medicina. Los gladiadores deben decidir qué medios utilizan en este coliseo vernáculo.
