Gonzalo Borges

La República Dominicana desde hace buen tiempo, se ha convertido en el espacio que alberga una pléyade de intelectuales de todo el mundo, incluyendo al talentoso y genial artista cubano Gonzalo Borges, a quien no tenemos el placer de conocer, pero&#8230

La República Dominicana desde hace buen tiempo, se ha convertido en el espacio que alberga una pléyade de intelectuales de todo el mundo, incluyendo al talentoso y genial artista cubano Gonzalo Borges, a quien no tenemos el placer de conocer, pero sí sus trabajos, los cuales nos parecen de una elaboración exquisita, en los cuales se reproduce la esencia de la cultura cubana. En sus piezas se aprecia cierto abigarramiento y de la superposición de figuras e incidencia de varios tonos que invaden el cuadro se produce un universo visual extraordinario.

Como no todos los días sabemos de figuras como estas, es bueno tener en cuenta que Gonzalo Borges es egresado de la Academia San Alejandro de Cuba donde bebió de la fuente de los maestros René Portocarrero y Amelia Peláez, entre otros grandes artistas de la época. Asimismo sabemos que el artista se formó en la Academia de París, logrando trasladarse luego a los Estados Unidos donde permaneció entre Nueva York y Miami y, desde hace buen tiempo, tiene asiento en Santo Domingo, donde ha instalado un taller y se mantiene activo con su quehacer artístico, lo que se confirma con la presentación de sus obras hace unas semanas en el Centro Domínico Alemán en la Zona Colonial, donde se exhibió un cuerpo de obras que reafirman su condición de artista isleño, sobre todo por el título de la muestra: “Mitos y leyendas del Caribe”.

A pesar de que Gonzalo es un creador que ha permanecido en la diáspora, en sus obras casi siempre se perciben los pasajes de su memoria histórica, de su mundo interior muy arraigado a su sentido de pertenencia, a la Cuba de sus orígenes. Tal vez por eso, en sus piezas notamos cómo el color absorbe el lienzo y el dibujo, que no deja de ser importante en la composición, pierde protagonismo, pues fundamentalmente delimita los contornos, apreciándose en el conjunto un discurso visual que como bien señala el crítico de arte Abil Peralta Agüero, guarda un trasfondo que remite a los anales de un arte con fin étnico, pero que a nuestro juicio resulta esencialmente caribeño.

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