Hacia la ética que necesitamos para la educación del futuro (VII de VIII)

En este mundo interdependiente “la unión planetaria es la exigencia racional mínima” de nuestra época.

En este mundo interdependiente “la unión planetaria es la exigencia racional mínima” de nuestra época. Pero para hacer esta unión posible es necesaria una conciencia y un sentido de pertenencia que nos una a nuestra Tierra, la que deberemos considerar como nuestra primera y última Patria. La conciencia de que somos todos hijos de esta Tierra, de su historia y evolución común, que tenemos todos un mismo origen en este planeta y que el futuro y el destino de la Tierra es nuestro futuro y destino, nos permitirá generar una relación filial y afectiva con ella y desarrollar en nosotros la noción de Tierra-Patria.

Esta propuesta no busca eliminar las filiaciones a las que pertenecemos y que constituyen nuestras múltiples identidades: la identidad familiar, la identidad regional, la identidad nacional, la identidad continental, la identidad étnica, la identidad de género, la identidad religiosa, más todas nuestras otras identidades. Antes bien, se trata de integrarlas y cultivarlas todas dentro de una nueva identidad que nos una: la identidad terrenal. Desde esta propuesta se busca salvar la unidad humana y salvar también, la diversidad humana, no destruirlas.

Pero nuestra Tierra no constituye únicamente nuestra Patria, nuestro origen común. También esta Tierra-Patria engloba nuestra pluralidad de destinos: nuestro destino individual, social, el de nuestra especie… todos ellos imbricados e inseparables y en manos, finalmente, del destino que se reserve para nuestra Tierra-Patria; misma que conforma por ello nuestra comunidad de origen y de destino como humanidad.
Las interdependencias se multiplican en nuestra era. La conciencia de ser solidarios con la vida y con la muerte de nuestra especie, de nuestra Tierra, nos liga como humanos.

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