Haití: La negritud como seña de identidad

La seña de identidad de la república haitiana, nacida de la revolución, fue la negritud. Los artículos 13 y 14 de la Constitución de 1805 oficialmente definieron a los haitianos como negros y por consiguiente, solo los negros podrían ser “auténti

La seña de identidad de la república haitiana, nacida de la revolución, fue la negritud. Los artículos 13 y 14 de la Constitución de 1805 oficialmente definieron a los haitianos como negros y por consiguiente, solo los negros podrían ser “auténticos” haitianos.

Desafortunadamente, la negritud, definida en sus propios términos, resultó ser un concepto excluyente para los mulatos y los blancos. En palabras del historiador Philippe Girard, “Los negros representaban todo a lo que los mulatos se oponían: África, no Francia; Vudú, no Catolicismo; creole, no francés”. Es decir, entre la comunidad mulata y la negra el conflicto estaba servido.

La presencia de los blancos fue mínima luego de la matanza de 1804. La constitución de 1805 y las constituciones sub-siguientes prohibieron la propiedad de la tierra por parte de extranjeros o blancos o “blan”, en creole, un estatuto que permaneció en vigor, hasta la ocupación norteamericana de 1915.

Desde nuestra perspectiva, definir la identidad nacional en términos raciales fue un equívoco, pues constituyó un obstáculo adicional a la construcción de un sentimiento de comunidad social, indispensable para la convivencia. Y adicionalmente, aferró a la sociedad haitiana a su terrible pasado de opresión, lo que dificultó superarlo, una condición indispensable para construir un futuro de progreso y justicia. En 1904, pasados cien años de la revolución, el Dr. Rosalvo Bobo, humanista e intelectual haitiano, hizo un balance desgarrador de la realidad haitiana: “Yo protesto con toda la fuerza de mi alma” exclamó, ante la “opresión del negro por el negro,” y “del sistemático retroceso” de la sociedad haitiana.

Todas estas reflexiones nos conducen a valorar nuestra rica cultura dominicana de tolerancia racial. Un observador norteamericano de nuestras guerras de independencia señaló que “oficiales de complexión blanca, mulata y negra se mezclan indiscriminadamente”. Este rasgo contribuyó a crear un sentimiento de comunidad y tolerancia social entre nosotros. Y los datos no mienten. De acuerdo a una agencia de los Estados Unidos un 73 % de los dominicanos son mulatos, 11 % son blancos y un 16 % son negros. A los dominicanos se nos podría endilgar muchos defectos, no obstante tenemos el grandísimo mérito de haber construido una comunidad, donde tres cuartas partes de sus miembros se han aceptado lo suficiente no solo para convivir, sino para mezclarse. Un hecho excepcional si se compara con la realidad de otras naciones mas “avanzadas,” por no decir “civilizadas”. Naciones que desconocen nuestra historia social y nos juzgan en sus propios términos.

Las diferentes actitudes raciales de dos pequeños países, que comparten una pequeña isla, demuestran el valor superior de la tolerancia e inclusión racial de los dominicanos. La acusación de racismo en contra nuestra formulada por algunos de nuestros intelectuales revela, pues, una pequeñez de espíritu, que amerita una respuesta del Dr. Bobo: “Un poco de vergüenza… a falta de grandeza moral”.

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas